Tanto el lateral catalán por el lado izquierdo como Sergi Roberto por el derecho recibieron durante buena parte de la primera mitad totalmente solos y causaron mucho peligro a la defensa rayista, a la que le costó encontrar el ritmo de juego del partido.
El equipo madrileño solo despertó cuando vio realmente posibilidades de marcar con una jugada a los veintiocho minutos que terminó con un centro de Embarba y un remate de Pozo sin oposición de la defensa que falló cuando Ter Stegen estaba vencido.
El mismo protagonista, Pozo, enmendó su error cinco minutos después con un disparo desde fuera del área que se estrelló en el poste izquierdo del portero alemán que se coló en el fondo de las mallas.
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El gol animó muchísimo al Rayo, que incluso sometió al Barcelona a un asedio que se reflejó con todo el conjunto catalán defendiendo en su área. Sin embargo, en un destello de calidad Luis Suárez inventó un disparo desde la frontal que no fue gol porque el balón se estrelló en el poste izquierdo de la portería de Alberto.
El descanso relajó los ánimos de ambos equipos pero le vino mejor al Rayo, que volvió a salir con una marcha más que su rival. Ernesto Valverde no debió ver claro lo que estaba pasando sobre el césped y a los seis minutos de la reanudación dio entrada a Dembelé por Rafinha, que estuvo demasiado impreciso toda la noche.
El bajón que estaba sufriendo el Barcelona lo aprovechó el Rayo para, primero avisar con un mano a mano que sacó con acierto Ter Stegen ante Embarba, y después marcar el segundo por medio de Álvaro García, que en su primera acción tras salir del banquillo remachó un balón suelto tras un cabezazo de Raúl de Tomás a un palo.
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La misma película que vivió el Barcelona en Leganés la volvió a vivir mes y medio después en Vallecas. Valverde siguió buscando remedio al desaguisado que estaba siendo su equipo y, en una decisión poco habitual en él, hizo un doble cambio para meter músculo con Arturo Vidal y rapidez con Munir.
Ninguno de los dos aportó el protagonismo que se les pedía y estuvieron al mismo nivel plano que sus compañeros. Solo Jordi Alba por el lado izquierdo se mostró desequilibrante con su velocidad y sus desbordes, como uno que, a los 85 minutos, terminó con un centro cabeceado por Suárez a las manos de Alberto.
De hecho, el gol del empate llegó en un balón suelto que cabeceó Piqué y que Dembelé recogió para lanzar sin pensárselo con un zurdazo que pilló desprevenido a Alberto.
La suerte se alió con el Barcelona para que, tres minutos después, Luis Suárez aprovechara un centro buenísimo de treinta metros de Sergi Roberto y, ganando la partida a su defensor, marcara el tercero, ante el desánimo de la afición local.
El Rayo lamentó el gol encajado y en la última jugada del partido, un córner a su favor, subió con todo en busca del empate, el portero Alberto incluido, pero el remate de cabeza de Imbula lo atrapó Ter Stegen.
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