Por el retrovisor miran los de Gustavo Quinteros a Uruguay, que suma 9, y con los mismos siete hacen fila Brasil, Paraguay y Chile.
Argentina llega a la quinta fecha en el sexto puesto con 5 enteros, 1 más que Colombia, en tanto que con 3 marchan Bolivia y Perú. Y con las manos vacías cierra Venezuela.
Bolivia y Colombia abrirán la quinta jornada en el estadio Hernando Siles, de La Paz, y a continuación el líder recibirá a Paraguay en el Atahualpa de Quito. Chile y Argentina chocarán en el Nacional de Santiago y la programación de ese jueves la cerrarán en el Nacional de Lima las formaciones de Perú y Venezuela.
Brasil y Uruguay se medirán el viernes en el estadio Arena Pernambuco, de Recife.
Esta programación plantea un escenario de curiosas coincidencias con la Semana Santa, entendida esta como la conmemoración anual cristiana de la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret; pues varios equipos y técnicos llegan con la obligación de ganar o ganar para dar un golpe de timón a su decepcionante campaña.
Y todo en un marco de gran expectación alimentada por el regreso a la selección uruguaya de Luis Suárez después de cumplir casi dos años de suspensión por su lamentable agresión en el Mundial de Brasil al italiano Giorgio Chiellini.
Como si no fueran pocas las razones del interés del clásico entre la Canarinha y la Celeste, el morbo lo acrecientan Suárez, de un lado, y del otro Neymar, su compañero de gestas en el ataque del Barcelona junto con Lionel Messi.
Precisamente Messi, el capitán de la selección argentina, aparecerá por primera vez en las eliminatorias del Mundial de Rusia debido a una rotura del ligamento colateral interno de la rodilla izquierda que lo privó de estar en los cuatro encuentros.
La cita será contra Chile y revivirá el morbo de la final de la Copa América que la Albiceleste perdió en una tanda de penaltis en el mismo estadio Nacional en julio pasado a manos de la Roja.
En Chile la expectación corre por cuenta del debut del argentino Juan Antonio Pizzi como sucesor de su compatriota Jorge Sampaoli, quien dejó un listón alto en lo deportivo, aunque con un ambiente tenso entre jugadores y los directivos que han sucedido a administración presidida por el cuestionado Sergio Jadue.
Ecuador, que antes acreditaba su fortaleza futbolística al desempeño de los jugadores en los 2.850 metros de altitud de Quito, ha incorporado con la llegada del argentino nacionalizado boliviano Gustavo Quinteros un libreto ofensivo, incluso fuera de casa.
Por ello no es coincidencia que el ariete del Espanyol Felipe Caicedo haya marcado en todos los encuentros y lidere con cuatro la clasificación de goleadores de las eliminatorias, en tanto que el centrocampista del Pumas mexicano Fidel Martínez lleva dos.
A la selección paraguaya que orienta el argentino Ramón Díaz esos antecedentes no parecen inquietarle y, quizá por el ADN de su fútbol de sacrificio, le vienen mejor a la hora de sacar resultados.
Especialmente complejo es el momento que vive Venezuela, que lo ha perdido todo en sus cuatro salidas, aunque tampoco es para echar cohetes la situación del anfitrión de ese partido, Perú, que con 3 puntos ocupa el penúltimo puesto.
Ganar o ganar es el lema de guerra para peruanos y venezolanos en Lima, un territorio del que la Vinotinto apenas sacó un empate en siete visitas, un 0-0 en 2004.
Bolivia, que con los mismos 3 puntos de Perú ocupa el octavo puesto, que es lo mismo que el antepenúltimo, vuelve a esgrimir el argumento de los 3.600 metros de altitud de La Paz para intimidar a una Colombia que no es la misma que deslumbró en el Mundial de Brasil a pesar de los nombres de lujo como James, Bacca y Cuadrado.
Para comparecer a la cita en el estadio Hernando Siles, el entrenador José Pekerman ha sido tentado por la idea de emplear una plantilla distinta a la que cinco días después utilizará para recibir a Ecuador en Barranquilla.