La ley faculta a la fiscalía a disponer de seis meses para investigar los hechos punibles.
Atrapado entre la cuarentena por el coronavirus, su deseo de libertad y el proceso que se le sigue, el exastro del Barcelona y el París Saint-Germain evade la prensa y prefiere el bajo perfil en su “celda de oro”, un un exclusivo hotel de Asunción que habita desde hace 37 días y que le sirve de prisión domiciliaria.
El exjugador de la “eterna sonrisa”, reconocido como uno de los talentos más grandes de la historia del futbol brasileño, pagó US$ 1 millón 600 mil como garantía para conseguir su salida y la de su hermano de la Agrupación Especializada de la Policía en Asunción.
En el cuartel, donde estuvo detenido 30 días, convivió con presidiarios también especiales, entre agentes con causas criminales, narcotraficantes y hasta políticos acusados por corrupción.
El campeón mundial en Corea del Sur y Japón 2002, de 40 años, transcurre su rutina en el hotel Palmaroga, localizado en el centro histórico de la capital paraguaya, donde lo acompaña su hermano y representante, imputado por la misma causa.
Para romper el tedio
Para romper el aburrimiento, la administración le habilitó un salón 30×15 para sus prácticas de pelota y además dispone de gimnasio y una sobria piscina.
“No existe una sola prueba seria que lo incrimine”, aseguró a la AFP el presidente del sindicato Futbolistas Asociados del Paraguay (FAP), Rogelio Delgado.
“A pesar de que tiene un presidio de lujo, es muy injusto que siga preso”, agregó Delgado, excampeón de América con la selección paraguaya y de la Libertadores con el Olimpia, ambos en 1979.
Entre otros exjugadores paraguayos, Delgado visitó a Ronaldinho durante su reclusión en el cuartel poco antes de decretarse la cuarentena por el coronavirus.