Luego, mientras miraba a su alrededor, vio a esos mismos jugadores desparramarse por el campo. Son Heung-min se había colapsado, le palpitaban los músculos y le ardían los pulmones. Richarlison había caído de rodillas, con dificultades para respirar. Harry Kane había vomitado. Ventrone quedó satisfecho. La pretemporada, hasta donde podía ver el preparador físico del club, iba de maravilla.
Ya en contexto, el mes pasado, cuando aparecieron los videos de esa sesión —realizada frente a 6000 aficionados durante la gira de los Spurs por Corea del Sur— hubo muchas cosas extrañas al respecto. Los métodos que utilizó Ventrone se sintieron un tanto anacrónicos, la reliquia de una era antigua, cuando los jugadores se descuidaban por completo en el verano, antes de que inventaran la periodización táctica, antes de que todo el mundo tuviera amarrado un chaleco con GPS en todo momento.
No obstante, este verano en particular, de todos los veranos, se sintieron más pasados de moda, si tomamos en cuenta lo que tienen por delante no solo Son, Kane y el resto del equipo del Tottenham, sino varios cientos de los mejores jugadores del mundo en la Liga Premier de Inglaterra y otros países. La temporada en la que se están embarcando —la Liga Premier y la Bundesliga empiezan este fin de semana— perfectamente podría ser la más ajetreada, larga y agotadora que hayan vivido. Como resultado, también podría ser la más extraña.
Por supuesto, no es del todo correcto afirmar que será la primera vez en la historia del fútbol que ha habido una Copa del Mundo en invierno. Chile en 1962, Argentina en 1978 y Sudáfrica en 2010 fueron Mundiales invernales. Tampoco es muy preciso declarar que es la primera vez que ha habido una Copa Mundial en medio de la temporada de los clubes; después de todo, no todas las competencias nacionales empiezan en agosto y terminan en mayo.
En cambio, lo que hace única a Qatar 2022 es el hecho de que será la primera Copa del Mundo que se lleve a cabo a la mitad de la temporada para la abrumadora mayoría de sus participantes.
Ocho días antes de que empiece el torneo, la mayoría de los jugadores convocados por sus naciones estarán enfrascados en un combate de clubes en Europa. Exactamente una semana después de que termine, se espera que al menos los futbolistas empleados en la Liga Premier defiendan sus colores una vez más.
En el ínterin, algunos de ellos participarán en siete de los partidos más importantes de sus carreras, todo ese estrés, todas esas emociones y todo ese esfuerzo condensados en tan solo unas pocas semanas y jugados en una serie de estadios construidos específicamente para eso, los cuales están rodeados de pueblos y vecindarios cuya única razón de existir es el montaje de un solo evento. Este Mundial no solo es un hiato, un breve interludio de la temporada; es una laguna, una desconexión, un “deus ex machina”.
Es difícil predecir cuál será el impacto preciso. Como suele pasar, el regreso de la Liga Premier trae consigo una serie de situaciones conocidas, pero desconocidas que definirán la temporada: ¿Erik ten Hag cambiará al Manchester United? ¿Por qué Pep Guardiola decidió que el Manchester City no necesitaba una totalidad de sustitutos? ¿Se puede confiar en el Arsenal?
No obstante, ninguna de estas preguntas está cerca de ser tan apremiante como intentar distinguir el efecto de la Copa del Mundo. No es para nada revelador sugerir que, en efecto, esta temporada tendrá dos mitades: la primera, un atropellamiento para lograr un puesto, que se librará de este fin de semana hasta la primera semana de noviembre, y luego una segunda, una carrera a toda velocidad hacia la meta, la cual comenzará a finales de diciembre y concluirá con la final de la Liga de Campeones el 10 de junio.
Sin embargo, esos dos periodos tal vez no tengan ninguna relación entre sí. Es fácil imaginar que, en las semanas justo antes del torneo, los futbolistas que crean tener un lugar en Catar de pronto se vuelvan aversos al riesgo de manera perceptible —si no es que totalmente a propósito— y que, después, todo dé un vuelco cuando los jugadores agotados a causa del Mundial sean lanzados de inmediato a entrar en acción contra colegas que han tenido un mes para descansar y relajarse.
De lo único que hay certeza es que habrá un impacto. Lo más notable sobre la brutal sesión de entrenamiento de Ventrone en Seúl no fue que se realizara en la víspera de una temporada en la que tal vez se esperaba que los directores técnicos cuidaran la preparación física de sus jugadores, en vez de arriesgarse a extenuarlos mucho antes del final, sino que de todos los lugares del mundo se llevara a cabo en Corea del Sur.
El Tottenham, al igual que el resto de los grandes de la Liga Premier, había considerado la pretemporada como una oportunidad para viajar por todo el mundo y demostrar su talento, para jugar unos cuantos partidos de exhibición a cambio de una mina de oro. Los futbolistas no comenzaron con gentileza la temporada más larga y extraña de sus carreras. En cambio, los subieron a un avión para cruzar el mundo y luego corrieron sobre un terreno de juego. Ese es tan solo el inicio. En esta temporada, más que nunca, el ganador será el último que quede de pie.
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