Le puede interesar
Hasta hace un par de años poco o nada se sabía del atleta antigüeño. Ahora, a sus 19 años, ha logrado forjar con manos de artesano un futuro promisorio y que trabaja fuerte para convertirse en el mejor de todos los tiempos en la gimnasia nacional; algo que confía lograrlo a base de trabajo, dedicación y perseverancia, según confirma.
Como sombra de media tarde, el menudo atleta viene siguiendo los pasos de su entrenador Rodman Murga, exgimnasta de Guatemala, quien fue ganador de la medalla de plata en salto al potro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de El Salvador 2002. En esas mismas justas y en la misma modalidad también sobresalió la participación del nacional Mynor Juárez, quien se adjudicó la presea de bronce.
Desde entonces, la gimnasia masculina guatemalteca pasó por un gran bache y un vacío por la falta de talento. Debieron pasar 12 años para que de nuevo un guatemalteco subiera al podio en un evento del ciclo olímpico y emular con grandes creces el papel preponderante que viene realizando Ana Sofía Gómez, en la rama femenina, quien hace un año fue nombrada atleta de Clase Mundial.
Con el dinamismo innato que le caracteriza: sonriente y suelto en su forma de hablar, que incluye la nostalgia profunda por lo que le ha tocado vivir al lado de una familia que le ha faltado el calor de un padre, Vela disfruta con mucho orgullo la medalla de oro y bronce que ganó en los recientes Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, en México, donde escribió con letras doradas una página única en la historia de este deporte al ganar el primer oro en hombres en este deporte para Guatemala.
Lea además: Sergio Tejeda el cerebro de la gimnasia
“Yo fui una sorpresa. De la noche a la mañana me di a conocer. Quizá no he tenido ningún reconocimiento —de las autoridades de Antigua ni de Jocotenango, donde vive—, tampoco lo espero. Mi éxito es para Dios. Mientras él me reconozca y me tenga presente, con eso para mí es suficiente”, expresa el atleta, quien también ha sido ganador de seis medallas —dos oros y cuatro platas— en los Juegos Centroamericanos de San José, en Costa Rica 2013.
Lo de Jorge Vega no es cosa de la casualidad. El trabajo, la disciplina y el apoyo incondicional de su familia se han convertido en el motor para que él pueda practicar la gimnasia artística.
Así fue la rutina que le valió el oro a Vega. (Video Prensa Libre tomado de YouTube)
Humildad desde la cuna
La historia de Jorge Vega no se diferencia a la vida de otros deportistas que en su momento destacaron, como Doroteo Guamuch Flores (q. e. p. d.), mejor conocido como Mateo Flores, en maratón, y el convaleciente Teodoro Palacios Flores, en salto alto, que tuvieron una vida paralela a la pobreza.
Jorge es el tercero en una familia de seis hermanos. Su padre Óscar Vega los abandonó cuando el atleta apenas tenía 8 años de edad. Su madre Ángela López, trabajando de ama de casa en hogares de personas particulares, logró criar a sus hijos con dignidad, llevando la comida necesaria para el día a día y sin faltar el estudio para cada uno de ellos.
Le puede interesar: El albergue en el que se ha formado Jorge Vega
“Fue una infancia dura. Admiro la valentía de mi mamá por todo lo que ha hecho por nosotros. Pese a que todos éramos pequeños cuando mi papá nos abandonó, nunca se metió a malos pasos para darnos un plato de comida. Siempre nos enseñó caminar por el buen sendero y nos formó como personas de carácter fuerte, cosa que me ha ayudado mucho en mi vida como atleta”, asegura.
Pero en el pasado de Jorge Vega no todo es tristeza. En agosto del 2003, la curiosidad que intuye a cualquier niño y la ilusión de practicar unas cuantas piruetas lo llevaron a la Asociación de Gimnasia de Antigua Guatemala, que fue el paso que le dio un giro a su vida.
Allí conoció a Patricia Rosales, en ese entonces era la presidenta de ese recinto deportivo, quien vio en él un talento nato y sin dudarlo le brindó el apoyo necesario.
“Ella es mi segunda mamá. Patricia me abrió las puertas en este deporte, me orientó y me ayudó económicamente para que pudiera viajar a la capital para realizar mis entrenamientos en la Federación”, comparte.
Debido a la disciplina y la entrega de Jorge Vega, en el 2006 se convirtió en atleta de alto rendimiento que le obligó trasladarse a la capital para seguir con sus entrenamientos, siendo el albergue de la Federación Nacional de Gimnasia, en la zona 5 capitalina, un lugar frío y solitario su nuevo hogar (era el único alumno que vivió en aquel lugar).
Fue el paso definitivo para enrolarse en un deporte que de niño fue desconocido y que nunca pasó por su mente practicarlo, porque prefería jugar una chamusca de futbol frente a la iglesia estilo barroco de Jocotenango.
Lea también: El gimnasta Jorge Vega y la ejecución que lo llevó al podio en Hungría
Golpe de la vida
La historia de Jorge Vega se diferencia por un pesar de la vida. La muerte de su hermano José Gabriel (q. e. p. d.), en el 2009, lo llevó a luchar contra una tristeza incesante, que incluso lo obligó a aislarse más en la soledad del albergue, siendo un golpe anímico que tuvo consecuencias en su rendimiento.
“En la Federación nunca me dijeron nada. Me imagino que sabían que mi tristeza se debía por la muerte de mi hermanito, pero no me preguntaron, quizá por pena. Yo tuve muchas ilusiones con José Gabriel. Estaba confiado que él sería mi mejor aliado en la gimnasia. Pero no fue así”, recuerda Jorge con una dosis de melancolía.
Pero aquella tristeza incontrolada se convirtió en fortaleza para el atleta. De sus penas renovó la ilusión de seguir creciendo en el deporte y cumplir aquella promesa en póstumo que le hizo a José Gabriel: de estar entre los finalistas de un mundial.
Pareciera que fuera un objetivo descabellado e inalcanzable que se trazó en ese entonces, pero ahora todo empieza a tomar forma y va por el camino correcto rumbo a la promesa que le hizo a aquel niño, quien debido a problemas en uno de sus pulmones falleció a la edad de 1 año.
Apenas han pasado cinco años de la partida de su hermano y el camino al éxito lo ha trazado a buen paso, pero reconoce que aún falta mucho por recorrer. Su empeño se basa en destacar en lo más alto como atleta, luego convertirse en entrenador y cerrar el ciclo, siendo juez internacional.
“Me hice fuerte porque no soportaba la idea de perder a mi hermano. Me llené de sentimientos negativos como odio. Cambié mi actitud, pero el amor hacia mi familia me han llevado a retomar mi vida y hacer cosas que les haga sentir felicidad y orgullo. Todo lo que hago es por ellos y con la ayuda de Dios quiero protegerlos y ayudarlos”, exclamó.
Además de buen atleta, Vega también es crítico. Analizó la falta de unidad entre los guatemaltecos para luchar por un ideal y el poco apoyo que tienen los deportes que no gozan la popularidad, como el futbol.
“Hay deportes que les dan millones de quetzales y los resultados son nulos. El futbol es un caso, un deporte de conjunto de mucho individualismo. Nosotros hemos entrenado mil sesiones más que ellos y los resultados allí están. Es injusto que no nos apoyen como esperamos”, critica.
Jorge tiene como meta en el futuro reclutar a niños de las escuelas públicas para explicarles las bondades que tiene practicar la gimnasia, y formar al menos tres grupos de atletas de alto rendimiento. “Este deporte cambió mi vida y me gustaría compartir esta experiencia con otros niños y jóvenes”, dijo.
También lea: La gimnasia es cinco deportes en uno
Con buen paso
Desde el 2006, en que se convirtió en atleta de alto rendimiento, Jose Vega ha encontrado el desarrollo tanto en lo deportivo como en el ámbito intelectual.
En el 2010, durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez, realizó su primera participación internacional, pero fue asistencia nada más, debido a que como primerizo finalizó en el puesto 23 en la general y su mejor participación fue en salto al potro.
El gran destello lo dio en los Juegos Centroamericanos de San José, en Costa Rica 2013, donde ganó seis medallas —dos de oro y cuatro de plata—, que significó un trampolín y que le dio a conocer entre el grupo de gimnastas del área.
Ese mismo año ganó plata y bronce en los Juegos Bolivarianos de Trujillo, Perú, al que Guatemala llegó como país invitado.
Su corto recorrido de podios continuó este año, cuando formó parte del Campeonato Mundial de Gimnasia en Nanjing, donde finalizó en el puesto 12 en la clasificación general; además obtuvo medalla de oro en salto al potro en el Festival Deportivo de Guadalajara y una plata en la misma modalidad en el Campeonato Panamericano de Gimnasia Mayor, en Canadá, donde consiguió su clasificación a los Juegos Panamericanos de Toronto 2015.
Como guinda al gran año cerró con el oro en suelo y bronce en salto en las justas de Veracruz 2014.
En lo intelectual, este año se graduó de bachiller en Ciencias y Letras, en el Instituto Putzeys Álvarez.
Vega confiesa que tiene planificado estar 10 años más en el deporte y que seguirá estudiando en la universidad Administración de Empresas.
El camino que recorre Jorge no tiene fin. Después de brillar en los primeros dos eventos del Ciclo Olímpico, ahora tiene como meta brillas en Toronto y ya piensa que los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. “Ir a Río de Janeiro es la última meta que me propuse. No importa lo que pase, es el último sueño que tengo”, asegura.
Aquí puedes ver la historia del pequeño gigante de la gimnasia
Contenido relacionado
> Jorge Vega: “Soy un guerrero, no me doy por vencido”
> Jorge Vega fue detenido y quedó libre por escándalo en la vía pública en Antigua
>Jorge Vega explota contra la Federación de Gimnasia: Solo están cuando el metal es dorado