Deporte Nacional

El piloto nacional Adolfo Castillo reta al mundo de la velocidad 

El señor Adolfo Castillo jamás olvidará cuando su hijo Adolfo el Pato, con apenas 6 años,  se escondió en el clóset de su hermana y por accidente le prendió fuego a un vestido con un encendedor. Desde ese momento sabía que sería muy inquieto.

El piloto nacional Adolfo Castillo comparte su visión por las carreras y la pasión de 33 años en el deporte. (Foto Prensa Libre: Carlos Vicente)

El piloto nacional Adolfo Castillo comparte su visión por las carreras y la pasión de 33 años en el deporte. (Foto Prensa Libre: Carlos Vicente)

“Cerró el clóset y se fue con las niñeras a preguntarles  si sentían olor a quemado. Después comenzaron a salir las llamas y se quemó todo el cuarto de su hermana”, recuerda don Adolfo.

Así de “tremendo e inquieto” era Adolfo en su niñez, aunque siempre fue considerado un alumno aplicado, responsable y emprendedor, reconoce su padre. Fue así como se graduó de ingeniero agrónomo, además de manejar sus propias empresas.

El remedio para su hiperactividad la encontraron sus padres en el deporte. Ahora, a sus 45 años —33 en el mundo del motor—, ha dejado huella en el automovilismo y motociclismo.

Jaime Kirste, director de Botoneta Racing Team, dice que el Pato es considerado en el país  una de las figuras más reconocidas, por su estilo peculiar y  talento en la velocidad.

De niño practicó varios deportes. Jugó beisbol, waterpolo y tenis. “Como a los 7 años ya estaba en el equipo de beisbol  Zucaritas”, afirma su padre.

A los 12  definió que su pasión estaba en las disciplinas que incluyen motores y velocidad.

Lee también:

“Me inicié en el automovilismo y las motos gracias a mi padre. Desde ahí me quedé pegado con la gasolina y la  adrenalina”, recuerda Adolfo hijo. El motocrós fue la disciplina que le abrió las puertas en los distintos cilindrajes, incluso llegó a competir en un mundial de ese deporte junto a su padre en Venezuela, en 1991.

Su primera carrera oficial en el automovilismo fue en  1989, también con su progenitor,  en la Copa Starlet, en el Autódromo Los Volcanes  —ahora Pedro Cofiño—. En esa modalidad volcó el vehículo en una ocasión, pero no le impidió continuar.

“Es un deporte interesante, requiere mucha concentración en lo que uno va haciendo. Mucha gente cree que los pilotos estamos locos porque vamos rápido y haciendo locuras, pero al final del día no es así, sabemos lo que hacemos y siempre estamos  con la mente  fría”, explicó el Pato.

La familia también es parte de la motivación del piloto de 45 años —nació el 15 de octubre de 1971—. Su madre, Ana Cristina, aún se pone nerviosa cuando lo ve correr  al Pato, —el mayor de sus cuatro hijos—, pero siempre los acompaña.

“A mi madre le encanta. Ha vivido parte de todas las carreras y siempre está pendiente de lo que hacemos”, refiere.
La vida de Castillo en el mundo de los motores estará vigente por mucho tiempo. Por su mente jamás ha pasado alejarse de los volantes o manetas —motos—.

Castillo asegura que cuando eso ocurra  no será por un accidente o algo parecido, sino porque se le acabó la chispa y gana. Ese día espera que no llegue, todavía.

“Si se te va la pasión no vale la pena hacerlo más”, indica.

Efectivo

Castillo ha ganado un  título en la categoría monomarca —competencia en la que todos los participantes usan el mismo modelo de automóvil—, y cuatro campeonatos de TCP, entre otros. Su último título fue en la Copa Yaris, en el 2013.

Se tomó un descanso de tres años y en el 2016 retornó a la actividad con el Botoneta Racing Team.
Actualmente lidera la categoría GTR Vintage, con 58 puntos; también la GTV, con 20 unidades y sostiene una dura batalla con Marcos Reichert por la cima en la Copa Yaris.

“Por ahora vamos bien, pero uno sabe que no siempre se puede estar en los primeros lugares. Las carreras se ganan en la última vuelta y no en la primera curva”, recalca el Pato.

Su mente está puesta ahora en la cuarta fecha del Campeonato Nacional de Automovilismo, que se correrá el 6 de agosto.

ESCRITO POR: