Su premisa es reivindicar su nombre después de las críticas de varias compañeras del circuito que entienden que una vez cumplido su castigo no debería tener mayores privilegios, y luchar si hiciera falta en las fases previas de los torneos, algo que no cumplirá ni en Stuttgart, Madrid ni en Roma, eventos en los que su tirón mediático e influencia de los patrocinadores han pesado lo suficiente para hacerle un sitio como fuera, directamente en el cuadro principal.
Roland Garros se mantiene mientras a la expectativa, y solo se pronunciará el 15 de mayo para anunciar si la rusa, sin ránking esta semana, se verá beneficiada también.
Bernard Giudicelli, nuevo presidente de la Federación Francesa de Tenis, expresó a principios de marzo su poca disposición para favorecer a la rusa. “No podemos invertir un millón y medio de euros en la lucha contra el dopaje” y luego invitar a una jugadora sancionada por el consumo de un producto prohibido, dijo Giudicelli a “LEquipe”, palabras que coincidían con las del británico Andy Murray, número uno del mundo: “Tienen que ganarse el puesto con trabajo”, señaló el de Dunblane.
Sharapova siempre se ha quejado de las envidias del circuito hacia ella, quizás porque durante más de una década, según Forbes, ha sido la atleta femenina más comercial del mundo, y su presencia ha revolucionado los patrocinios.
Es empresaria y ha aprovechado su ausencia en las pistas para seguir cursos en la Escuela de Negocios de Harvard, ha invertido en la plataforma Charly, y su firma de dulces Sugarpova continúa dando beneficios, y según su agente, ha conseguido el “home run” del chocolate, y se venderá en más de 50.000 ubicaciones a finales de 2018 gracias a los acuerdos con dos grandes cadenas, Kroger Co., la más grande de EE.UU., y 7-Eleven.
Además ha aprovechado los 15 meses de retiro para preparar un libro autobiográfico que puede dejarle grandes beneficios cuando salga en septiembre: “Imparable. Mi vida hasta ahora”, una historia que ella misma ha calificado de sacrificio, sobre lo que se debe dejar atrás para triunfar. “Una historia sobre una niña, su padre y su loca aventura”, dijo en su presentación, en alusión a la decisión de trasladarse a EE.UU. cuando tenía siete años.
Algunas cosas han cambiado en el circuito durante la ausencia de la ganadora de 35 títulos, número uno del mundo durante 21 semanas que posee un Abierto de Australia (2008), dos Roland Garros (2012 y 2014), un Wimbledon (2004) y un Abierto de Estados Unidos (2006), y que ha ganado en premios oficiales casi 36 millones y medio de dólares.
Masha se encuentra con la noticia de que la estadounidense Serena Williams, con la que disputó precisamente antes de ser sancionada su último partido en los cuartos del Abierto de Australia de 2016, ganó este enero por séptima vez en Melbourne, estando ya embarazada.
En el circuito masculino ha visto la rusa como el serbio Novak Djokovic y el británico Andy Murray están a la espera de encontrar su mejor momento, y en contraste un veterano de 35 años, el suizo Roger Federer, ha ganado ya tres títulos esta temporada: el primer Grand Slam del año y los Masters 1.000 de Indian Wells y Miami, y otro veterano, el español Rafael Nadal, de 30, se ha convertido en el primero en ganar diez veces un mismo torneo, en Montecarlo.
Por cálculos de la lista mundial, Serena ocupa el número uno del mundo de nuevo esta semana, desbancando a la alemana Angelique Kerber, y en Stuttgart, el resto de las que pugnan por el puesto de la americana juegan también allí, junto con Maria, a excepción de la eslovaca Dominika Cibulkova, lesionada, que también tenía previsto participar. Reunión de rivales donde pueden saltar chispas.