Cercanas a los 20 años, las visitantes cantaron canciones que contrastaron con el resto del programa de entretenimiento de los surcoreanos, que tienen el rap y el estilo americano como forma de aliento.
“¡Somos uno!”, celebraron después del partido, mientras los 3 mil 600 espectadores se sorprendían de que las chicas no se cansaran y que en los pasillos saludaran una y otra vez con pequeñas banderas unificadas, que tienen un fondo blanco y el mapa de la península en azul.
Sentadas en cuatro bloques diferentes del estadio, las norcoreanas lucieron un uniforme rojo, con gorras que combinaban el rojo con el blanco. Alrededor de ellas, los fornidos y silenciosos custodios hacían su trabajo de vigilancia. Cuando el espectáculo dentro y fuera del hielo se terminó, las mujeres salieron sonriendo y saludando, con sus observadores detrás.
Unas horas antes, ataviadas con los mismos trajes, las “cheerleaders” también habían estado alentando a los deportistas coreanos en la pista del Gangneung Ice Arena, donde el patinador Lim Hyo Jun ganó en la modalidad short track para darle la primera medalla dorada a los anfitriones.
El éxito que significó la presencia de las mujeres enviadas por Kim Jong-un también generó ciertas críticas en algunos opositores, que consideran que Pyongyang está aprovechando para explotar la cooperación olímpica con Corea del Sur con fines de propaganda.
Más allá de las polémicas, lo cierto es que la única situación que amagó con quitarle un poco de protagonismo a las “cheerleaders” fue la presencia en el palco de honor del partido de Kim Yo Jong, la influyente hermana del gobernante norcoreano. Los aficionados que estaban cerca se agolparon para retrarla con sus teléfonos móviles.
La joven de 30 años se encontraba junto a Kim Yong Nam, el jefe de Estado protocolario de Corea del Norte. En el palco quedaron ubicados entre el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, y el jefe de la organización, Lee Hee-beom.
Ambos funcionarios de Pyongyang destacaron la importancia del juego, al igual que el presidente surcoreano Moon Jae In, quien también acudió y alimentó la esperanza de un acercamiento.