En el puesto 114 del mundo, Jabeur quiere confirmar este año todo lo bueno que apuntaba desde que en 2011 logró el título júnior de esta misma competición.
Durante este tiempo no había alcanzado un victoria del lustre de la que obtuvo el miércoles ante la cabeza de serie número 6, la eslovaca Dominika Cibulkova, que le abrió las puertas de la historia del tenis árabe.
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El triunfo de Jabeur por 6-4 y 6-3 fue todavía más sorprendente si se tiene en cuenta que la tunecina llegó al cuadro repescada tras haber caído en la previa.
Gracias a los 30 golpes ganadores que conectó durante el partido y a la fuerza mental que demostró para recuperarse de una rotura abajo en el segundo set, Jabeur vio cómo Cibulkova cometía una doble falta para hacerse con el partido.
Lo primero que hizo la vencedora fue lucir al viento una bandera de Túnez que le pasó uno de sus muchos aficionados que la jaleaban desde la grada.
Pero, además, Jabeur se ha convertido en la primera repescada de la previa en alcanzar la tercera fase del abierto parisino desde 1996. Frente a la suiza Timea Bacsinszky, intentará igualar la proeza de la única repescada que ha conseguido avanzar hasta octavos de final (Nicole Jagerman en 1988).
Jabeur se mostró orgullosa de “tomar el testigo” de la anterior jugadora tunecina que destacó en el circuito, Selima Sfar, que llegó a ser 75 del mundo.
“Ahora estoy yo aquí, represento a Túnez y al mundo árabe. Es un honor hacerlo después de ella”, destacó tras su victoria.
Aunque insiste en que en su país las mujeres pueden practicar deportes sin problemas, incluido el tenis (con faldas), Jabeur ha tenido que derribar moldes desde su infancia para hacerse un hueco.
Agarró la raqueta con cinco años gracias a su madre, amante del deporte, que tuteló su carrera hasta que con 16 años, en 2011, se convirtió en la gran esperanza del tenis africano con su victoria en Roland Garros júnior.
Un año después regresó a la final frente a la ucraniana Elina Svitolina, hoy cabeza de serie número cinco, pero nunca pudo seguir la trayectoria de ésta y otras estrellas precoces en el circuito profesional.
En Roland Garros no había podido superar hasta esta edición la primera ronda, lo que logró pese a caer derrotada ante la japonesa Miyu Kato gracias a la retirada de la alemana Laura Siegemund.
Este año su torneo favorito se presentaba con una particularidad que lo hacía todavía más incierto: el comienzo del mes de ayuno de ramadán, que ella, como musulmana, observa.
Al igual que otros muchos deportistas profesionales, Jabeur pidió un permiso especial para romper el ayuno obligatorio y así hidratarse y nutrirse durante el día a lo largo de Roland Garros.
“Es difícil pensar en el ramadán. No puedo dejar de comer ni de beber. En cualquier caso, tras el torneo recuperaré día por día el ayuno. Pero no puedo hacerlo treinta días seguidos”, explicó.
Jabeur afrontará mañana el partido más importante de su carrera frente a Bacsinszky, que la derrotó en dos sets en la única ocasión precedente que las ha enfrentado, Estoril en 2014.
Si consigue el triunfo, habrá escrito una nueva página de la historia y podrá disfrutar relajada, un día después, de la final de la Liga de Campeones que enfrentará a su amado Real Madrid con el Juventus de Turín.