Los monoplazas de Ferrari dieron muestras suficientes de poder rivalizar con los coches de Mercedes, lo que dio pie -por fin- a una bonita batalla entre constructores, que fue posible gracias a la nueva reglamentación técnica que entró en vigor este año.
“Hay que meter el dedo en la llaga, identificar sus debilidades y responder”, razonó Wolff en rueda de prensa.
“Nos hemos concentrado a lo largo de la última semana en los muchos aspectos en los que todavía tenemos que mejorar. No se trata de inspirarse en la competencia, sino de hacer todo lo posible para enriquecer nuestra actuación”, abundó.
Hamilton, además, puede contar con el apoyo de Wolff, pese a la broma que el piloto gastó este mes en su cuenta de Instagram cuando anunció que se retiraba de la Fórmula 1.
“Lewis es el mejor Lewis que he visto en las últimas cuatro temporadas, tanto fuera como dentro de la pista. Se ha convertido en uno de los pilares de este equipo, como demostró en Melbourne”, explicó el director ejecutivo.
Teniendo en cuenta el estado de forma tanto de Ferrari como de Vettel, que en Australia puso fin a un periodo de seis meses de sequía, Hamilton y Mercedes tendrán que dar respectivamente lo mejor de sí mismos.
Lo mismo ocurre con el compañero de equipo del británico, el finlandés Valtteri Bottas, tercero en Melbourne y que espera estar a la altura de su predecesor, Nico Rosberg, actual campeón del mundo, retirado de los circuitos.
Por su parte, Red Bull deberá continuar con sus ensayos en Shanghai, tras una primera carrera particularmente difícil, en la que el australiano Daniel Ricciardo -tercero en el campeonato del mundo de 2016- tuvo que abandonar por problemas técnicos.
“Mercedes (triple campeón del mundo de pilotos y constructores), sigue siendo favorito”, dijo Vettel este jueves en rueda de prensa.
“Hicimos una primera carrera muy sólida, pero el equipo afronta las carreras de una en una”, prosiguió el alemán.