En el debut olímpico de la prueba en Pekín 2008, conocida también como maratón acuático, la brasileña había terminado en la quinta posición, mientras que en Río 2016 solo pudo ser décima.
“Queriéndolo o no, en un cuarto ciclo olímpico, tras una no clasificación y la frustración de Río 2016, vas madurando para llegar hasta aquí. Lo que puedo decir es que creía en mis sueños. Creo y creí en eso. Soñaba mucho con esta medalla olímpica y tiene un gusto especial para mí”, afirmó tras la prueba al canal SporTV.
Con una temperatura del agua de 29 grados a las 06h30 locales, cuando comenzó la carrera, la dificultad principal consistía en hacer frente a ese calor tropical en una carrera de resistencia.
Puntos de avituallamiento fueron colocados en diferentes momentos de la prueba para evitar la deshidratación de las participantes, que bebían las botellas nadando de espaldas, antes de desprenderse de ellas.
La carrera masculina está programada el jueves por la mañana, en el mismo Odaiba Marine Park, en la bahía de Tokio.