Bajo una llovizna constante en el Dodger Stadium, Matsuda malabareó un roletazo de Adam Jones por la antesala, con lo que Estados Unidos avanzó por primera vez en la historia a la final del certamen.
Andrew McCutchen remolcó la primera carrera de los estadounidenses.
La víspera Puerto Rico había sellado su pasaje a la final del miércoles, con una victoria por 4-3 sobre Holanda en 11 innings.
En cada una de las cuatro ediciones del Clásico Mundial, la final se ha llevado a cabo en Estados Unidos. Pero el equipo local nunca la había disputado.
“Esto significa mucho”, dijo McCutchen, toletero de los Piratas de Pittsburgh. “Tenemos un gran grupos que ha dedicado tiempo a intentar y ganar algunos juegos. Se han hecho sacrificios, y aquí no hay egos cuando se abre esa puerta. Esto es lo bueno de este equipo. Todo el mundo es una superestrella en este equipo. Aquí no hay egos”, agregó.
Los estadounidenses habían avanzado sólo una vez a la semifinal, en 2009. Ahora, una nómina con varias estrellas buscará el huidizo título.
Ryosuke Kikuchi empató mediante un jonrón ante el relevista Nate Jones en el sexto inning, pero Japón, dos veces campeón del torneo, incurrió en dos pifias cruciales por parte de su defensiva, que es normalmente su mayor fortaleza, durante la noche lluviosa en que buena parte de los espectadores no pudo quitarse jamás el impermeable.
McCutchen inauguró la pizarra por medio de un sencillo productor en el cuarto capítulo, momentos después de que Kikuchi cometió un error en la intermedia, que costó dos bases.
Japón ganó las dos primeras ediciones del Clásico, antes de caer en las semifinales de 2013.