“Delgado en la parte alta del cuerpo y muy musculado en los muslos, me siento un poco ridículo delante del espejo”, señaló Froome, que reconoce estar “impaciente por hacer gimnasio” cuando se retire para “equilibrar un poco”.
“En los tests fisiológicos de 2015, mi tasa de grasa era de 9,8%. Me sorprendió un poco que no fuera más baja, estoy seguro de poder bajarla, pero sería arriesgado ¿Qué pasaría con el sistema inmunitario?”, se pregunta el cuatro veces ganador del Tour.
Broken collarbone✔️
Fractured wrist ✔️
Broken foot bone✔️ @chrisfroome bares all to @DickinsonTimes & @MarcAspland https://t.co/J1CQdCqPpq pic.twitter.com/DBqrW0ruBg— Times Sport (@TimesSport) September 16, 2017
“Mucha gente se sorprendió porque pesaba un kilo más en la Vuelta que en el Tour, de 68,5 a 69, más o menos. Pero estaba más fuerte en la montaña y mis datos eran mejores”, precisó el británico, añadiendo que sube unos 6 o 7 kilos entre las temporadas, cuando come normalmente y no hace un entrenamiento cotidiano de cinco o seis horas.
Froome, de 32 años, participará el domingo en la contrarreloj por equipos del Mundial de ciclismo, que se disputa en Bergen (Noruega).