Sagan, apoyado en el descaro de su carácter y de su juventud, fue más explícito y directo: “Esto se ha convertido en un oficio muy peligroso”.
“Con la configuración actual, los que luchan por la general también quieren estar alante, mientras que en la montaña nadie les molesta. Nosotros queremos poder disputar esprín limpios, lo que no puede hacerse cuando los de la general están obligados de rodar arriba. Pido un cambio de las reglas, porque la configuración actual es muy peligrosa”, aseguró el ciclista del Tinkoff.
Peter Sagan, líder del Tour
El eslovaco recordó que en el pasado los capos del pelotón no trataban de meterse arriba en las llegadas masivas. “Recuerdo a (Lance) Armstrong entrar tranquilamente en la meta en esas etapas y no pasaba nada”, dijo.
Las cosas son diferentes ahora y todos los que tienen elevadas ambiciones en la general azuzan a sus equipos en los últimos kilómetros para entrar lo más arriba posible. Eso crea un estado de nervios en el tramo final de la carrera que abona el terreno para las caídas.
El británico Chris Froome fue hoy vigesimoquinto y el colombiano Nairo Quintana entró cinco puestos más tarde. Ninguno de los dos quería quedarse cortado.
A menos que el motivo sea otro. Cavendish culpó a esos equipos de querer estar siempre arriba o, incluso, de generar ese estado de nervios con motivos ocultos.
“El problema es la mentalidad, no hay más que ver cómo ha corrido hoy el Sky. Mi equipo trataba de hacerse sitio para preparar el esprín y se te meten en medio. Todos quieren correr delante. Antes se quedaban atrás y las llegadas eran más limpias”, dijo el de la Isla de Man.
El veterano esprín esbozó otra teoría menos benévola con la formación británica: “Parece que algunos generan ese estado de nerviosismo para provocar caídas y ganar segundos en la general. No se conforman con la montaña o la contrarreloj. También quieren ganar tiempo en las etapas en llano” .
Una estrategia que Cavendish aseguró que eleva la fractura que separa a quienes vienen al Tour a ganar y los que no, entre quienes, dijo, “se deja entrever cierta amargura”.