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Manchester United vs. Juventus en la Champions League: la increíble transformación de Cristiano Ronaldo de Manchester a Turín (con parada en Madrid)

Bastó un juego de amistoso de pretemporada para convencer al sabio entrenador escocés Alex Ferguson de fichar a quien por entonces era un habilidoso, pero todavía imberbe, futbolista que recién estaba comenzando a abrirse un camino en el Sporting de Lisboa en Portugal.

Han pasado 15 años desde el Ronaldo que llegó a Manchester y el que asumió el desafío del Juventus. (Foto Prensa Libre: BBC News Mundo)

Han pasado 15 años desde el Ronaldo que llegó a Manchester y el que asumió el desafío del Juventus. (Foto Prensa Libre: BBC News Mundo)

El 12 de agosto de 2003 se oficializó el traspaso y Cristiano Ronaldo se convirtió en jugador del Manchester United, con la famosa imagen junto a Ferguson en la que apareció con parte de su pelo teñido, espinillas en su rostro y un colorido suéter que fue foco de burla entre la prensa y aficionados.

Cuatro días después debutó frente a Bolton, en el que fue el comienzo de una turbulenta relación que se extendió durante seis años, tiempo en el que Ronaldo se fue transformando desde un irreverente jugador de fintas y regates hasta convertirse en una inclemente máquina goleadora.

Vestido con el mítico número 7 en la camiseta del Manchester, su calidad se hizo presente desde un principio cada vez que saltaba al campo.

Poca paciencia

No siempre se apreció su indudable talento en un fútbol más acostumbrado a un juego más directo y de menos florituras.

En más de una ocasión los aficionados diablos rojos vociferaron su descontento con el virtuoso de la banda que solía tocar una nota distinta al resto y desperdiciar una y otra vez las posesiones en ataque.

La paciencia se fue agotando hasta en sus propios compañeros, llegando a recibir más de una reprimenda en partidos y entrenamientos.

En su primera temporada completa anotó solo seis goles y dio nueve asistencias, números que no podían hacer presagiar su evolución con el paso de los años.

Pegado a la banda, a Ronaldo le tocó vivir años difíciles en un Manchester United acostumbrado a ganar.

Primero fue opacado por el Arsenal de los invencibles y después por el Chelsea de los récords de José Mourinho.

Enemigo número uno

Al final de su tercera temporada Ronaldo estuvo muy cerca de hacer las maletas y salir del Manchester United, cansado de las críticas a su fútbol, del éxito ajeno y como consecuencia de lo que pasó en el enfrentamiento entre Inglaterra y Portugal en los cuartos de final del Mundial de Alemania 2006.

Señalado como culpable de la expulsión en ese partido de Wayne Rooney debido al guiño de satisfacción que hizo tras ver la tarjeta roja a su compañero, Ronaldo fue declarado enemigo número uno por la afición y la prensa inglesa.

Consciente del ambiente hostil que lo esperaría, Ronaldo solo aceptó continuar en Old Trafford gracias al poder de persuasión de Ferguson, quien le prometió que lo ayudaría a convertirse en el mejor jugador del mundo.

Y eso tuvo un efecto de inmediato.

En la siguiente temporada, con más libertad en ataque, Ronaldo anotó 23 goles y dio 20 asistencias en todas las competiciones para guiar al United a su primer título liguero en cuatro años.

Pero eso solo fue una muestra de lo que era capaz, ya que al año siguiente no solo defendió con éxito el título de la Premier League, sino que sumó la primera Liga de Campeones a su palmarés anotando 42 goles en total (31 en la liga y 8 en la Champions).

Ronaldo había confirmado que ya no era solo velocidad y regate, sino que mostraba un amplio repertorio de armas de cara a la portería pocas veces visto en la historia del fútbol.

CR7, como comenzó a ser conocido por entonces, podía anotar de derecha, de zurda, de tiro libre, dentro y fuera del área, de jugada individual o colectiva y de cabeza, como lo demostró en la final de Moscú contra el Chelsea.

Gol, gol y gol

Habiendo cumplido sus objetivos en Inglaterra, Ronaldo comenzó a coquetear con la posibilidad de fichar por el Real Madrid, deseo que se postergó por un año a petición de Ferguson.

Fue así que su arribo a la capital española se produjo en 2009 después de haber sufrido una de sus mayores decepciones al perder la final de la Champions frente al Barcelona y Lionel Messi, en lo que fue el comienzo de uno de los duelos individuales más asombrosos del fútbol.

Con el Madrid, Ronaldo siguió la increíble evolución goleadora que se había iniciado en sus últimos años en Manchester y que fue perfeccionando vestido de blanco.

La lucha con Messi lo hizo llegar a niveles jamás pensados, superando la marca de los 50 goles seis temporadas consecutivas, entre 2010 y 2016.

A medida que su olfato frente a la portería se hacía más letal, también fue disminuyendo su participación en la elaboración del juego, como fueron desapareciendo las filigranas y los regates de su fútbol.

Lo único que necesitaba era un solo toque para mandar el balón al fondo de la red.

Esa transformación le permitió sacudirse los años de dominio del Barcelona y Messi para guiar al Madrid a una época inolvidable, reescribiendo los libros de historia y logrando marcas de otras épocas.

Y fue tras ganar cuatro títulos de Champions en cinco años, tres de manera consecutiva, que Ronaldo decidió asumir un nuevo reto al fichar por el Juventus.

El objetivo es llevar el trofeo de la Orejona a Turín por primera vez en 22 años y para ello es consciente de la importancia de sus goles vestido de bianconeri.

Ya suma cinco en la Serie A del calcio con los que se convirtió en el primero en llegar a 400 tantos en las ligas del fútbol europeo.

Pero a partir de este martes, en su regreso a Old Trafford, se espera que comience su cuenta en el torneo en el que es el máximo goleador de la historia, la Champions League.

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