Para ello se lanzó esta semana una categoría de monoplazas dirigida en exclusiva a las mujeres para que puedan abrirse paso en un mundo que durante más de un siglo ha sido dominado por los hombres.
BBC NEWS MUNDO
La fascinante vida de Helle Nice, la mujer que pasó de ser stripper a convertirse en la primera en ganar un Gran Premio de automovilismo
El objetivo es claro: tener una mujer al volante de un Fórmula 1, compitiendo en igualdad de condiciones y, por qué no, ganando.
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A excepción de una vez, en 1929, cuando Helle Nice completó una de las historias más extraordinarias jamás vivida por un piloto al desafiar el destino para convertirse en la primera mujer en ganar un Gran Premio de automovilismo.
“Es todo lo que siempre he pedido, solamente mostrar lo que puedo hacer, sin un hándicap contra los hombres”, dijo Nice en 1930.
En esa época su imagen era una de las más famosas del mundo, algo que sigue siendo impensable casi 90 años después en una categoría donde las mujeres siguen estando alejadas de las pistas.
Nice se enfrentó y venció a los mejores pilotos, rompió el récord de velocidad, vivió aventuras con los hombres más ricos y fue portada de revistas en Estados Unidos y el resto del mundo.
Pese a ello murió sola en una pequeña casa en Niza en 1984 después de años de olvido y pobreza en los que se vio obligada a robar la leche que dejaban los vecinos para los gatos.
Su nombre nunca fue gravado en la lápida de su familia.
Libertad
El verdadero nombre de Nice, quien nació el 15 de diciembre de 1900 en el pequeño pueblo de Aunay-sous-Auneau, en las afueras de París, fue Helene Delangle.
Cuando tenía tres años vio cómo atravesaba su pueblo la épica carrera entre la capital francesa y Madrid, con pilotos como Charles Roll, de Rolls-Royce, Vincenzo Lancia, fundador de la marca italiana, y los hermanos que dieron vida a Renault, Marcel y Louis.
Hubo una mujer en esa prueba, Camille du Gast, así como el Barón de Rothschild, bajo el seudónimo de Doctor Pascal. Él tendría un rol importante más adelante en la vida de Delangle.
El rugir de los motores de 224 vehículos, desfilando frente a sus ojos, puede que haya sido clave en la pasión que tuvo Delangle por los autos de carrera en su vida.
Pero su ingreso al mundo de las tuercas y gasolina se produjo más adelante. Antes tuvo que buscarse la vida como modelo y luego como stripper.
El primero de esos trabajos lo consiguió cuando se mudó a París, siendo todavía una adolescente, justo después del fin de la Primera Guerra Mundial.
Posó desnuda para el artista Rene Carrere, quien se hizo famoso por sus estimulantes dibujos que fueron utilizados en afiches de promoción de los espectáculos musicales.
Su siguiente paso fue aparecer en los shows, impulsada por el propio Carrere, quien la incitó a tomar clases de ballet.
La actuación le surgía de manera natural y logró hacerse un hueco en el famoso Casino de París, donde decidió cambiar su nombre definitivamente a Helle Nice.
A veces le tocaba salir a escena con ropa, otras no.
Su popularidad creció rápidamente hasta el punto de que al poco tiempo se pudo comprar su primer auto, un Citroën. Diez años después fue el turno de un yate.
Entre sus amigos se encontraba Henri de Courcelles, un piloto que fue el que la introdujo en el círculo de las carreras y los grandes circuitos en una época en la que el automovilismo comenzaba a florecer en Europa.
En 1921, Nice visitó el autódromo de Brooklands, en Inglaterra, y al ver las máquinas en acción pidió correr, pero le dijeron que era imposible por el simple hecho de que era mujer.
Esa respuesta la enfureció y le hizo más determinante para demostrar que era igual de capaz de conducir y controlar esas bestias con motor.
Durante el resto de la década aceptaba correr en cuanta carrera le permitía participar, pero al no poder competir sin trabas decidió buscar otro deporte para satisfacer su necesidad de adrenalina: el descenso en esquí.
Primer triunfo
Seis años después de su visita a tierras británicas, Nice gozaba de una boyante carrera como bailarina, protagonista en el exitoso show llamado Les Aliles de Paris.
Frecuentemente también se la veía actuando para una organización de caridad en beneficio de los artistas retirados, que luego cumpliría una labor importante en sus últimos años de vida.
Pero su vida sobre el escenario tuvo un final abrupto en 1929, cuando sufrió una grave de lesión de rodilla al lanzarse al vacío para escapar de una avalancha mientras estaba esquiando.
A partir de ahí dedicó su vida a las carreras de autos.
Y el éxito no tardó en llegar. Ese mismo año se organizó el primer Gran Premio para mujeres en el marco de la tercera Jornada de Automovilismo femenino, un fin de semana en el que se llevaron a cabo diferentes carreras para mujeres en Montlhery, el primer autódromo construido en Francia.
Nice supo que esa era su oportunidad y no estaba dispuesta a que se le escapara la victoria.
Durante varios días entrenó en el trazado del circuito girando 10 vueltas dos veces al día, aunque las noches las dedicaba a una vida de lujos, champagne y sexo.
No hubo nada que la detuviera y el día de la carrera ganó con un Omega Six que le dio el constructor Jules Daubecq.
Daubecq había sido persuadido de que la imagen de una glamurosa mujer celebrando encima de uno de sus vehículos tendría un gran impacto en beneficio de sus productos.
En su estela quedó una mujer que luego sería conocida como la “Hiena de la Gestapo”, Violette Morris, y Dominique Ferrand, a quien Nice logró adelantar en la última vuelta.
“La conducción fue magnifica: nadie que lo vio podría discutir que las mujeres no conducen tan bien como los hombres”, se pudo leer en el periódico L'Intransigeant.
Ese mismo día Nice recibió un mensaje del fabricante de automóviles Bugatti para que fuera su piloto.
Su contratación rindió frutos de inmediato al ganar el Actors Championship, una reconocida categoría para la época en la que también participaban hombres.
A partir de sus triunfos, Nice conoció a Jean Bugatti, hijo del fundador de la compañía, quien se convertiría en un compañero con el que llegó a pasar mucho tiempo.
Su fama creció y su rostro se convirtió en la imagen del “cigarrillo de los campeones”, Lucky Strike.
La reina de Bugatti
La creciente popularidad de Nice traspasó las fronteras de Francia y se extendió por el mundo.
Primero estableció un récord de velocidad en tierra para una mujer al alcanzar los 197,7 kilómetros por hora.
En 1930 viajó a Estados Unidos para participar en carreras de autos con motores turbo, los Miller.
Al principio fue contratada como un piloto de exhibición y se tuvo que sentar detrás del volante sin casco debido a que “a los espectadores siempre les gusta ver mi pelo cuando conduzco”.
Eso le permitió firmar otro gran contrato de patrocinio, esta vez con la fabricante petrolera ESSO, y dada su afiliación con la firma italiana también comenzó a ser conocida como la “Reina Bugatti”.
Durante una carrera, en Winston-Salem, tuvo un accidente, pero logró salir gateando por debajo del auto y se puso a cantar frente a los aficionados.
Con riqueza y fama, Nice regresó a Europa en 1931 con la confianza de que sería tomada en cuenta como piloto, capaz de participar en Grandes Premios.
Y así fue.
En la primera carrera de la temporada, 19 años antes de que se estableciera el campeonato mundial de Fórmula 1, finalizó en cuarto lugar en una prueba en la que también participaron Philippe Etancelin, Rene Dreyfus y Louis Chiron, todos pilotos que habían ganado o ganarían Grandes Premios en la llamada “época dorada” del automovilismo.
Tanta era la atracción que generaba su presencia que en Francia e Italia recibía el equivalente de lo que hoy serían US$100,000 para garantizar su participación.
No tuvo rivales en el Gran Premio de Mujeres, que ganó una y otra vez.
Tragedia en Sao Paulo
In 1933 Nice abandonó Bugatti para correr por Alfa Romeo.
Finalizó tercera en una de las pruebas eliminatorias al Gran Premio de Monza en un día que quedó marcado por la muerte de tres pilotos y que fue bautizado en el automovilismo como el “Domingo negro”.
Tres años después fue a ella a quien le tocó estar envuelta en una tragedia durante el Gran Premio de Sao Paulo, en Brasil, país en el que gozaba de una gran popularidad.
Mientras rodaba por detrás del piloto Manuel de Teffe, luchando por el tercer lugar, el auto de Nice viró bruscamente hacia los aficionados que habían copado las calles.
Todavía no se sabe exactamente cuál fue la causa del accidente, pero un periódico informó que “un auto descontrolado mató a seis personas”.
Otro testigo aseguró que todo había ocurrido porque De Teffe había bajado de repente la velocidad.
Seis personas murieron, incluyendo un policía que fue golpeado por el cuerpo de Nice, que había sido despedido del auto.
Ella sobrevivió, pero hay imágenes de la carrera en la que su cuerpo yace inmóvil en el suelo.
Tras pasar tres días en coma logró recuperarse, pero debido a las fuertes lesiones que sufrió en la cabeza, junto al daño que causó ese accidente a su reputación, Nice no pudo encontrar un lugar entre los principales fabricantes de automóviles.
En un último intento por demostrar que todavía era capaz de conducir, ella firmó con el equipo Yacco para participar en una prueba de resistencia.
Junto a otras cuatro mujeres estuvieron rodando durante 10 días y 10 noches seguidas, pero no sirvió para atraer la atención de nuevos patrocinadores.
Fue cuando estalló la guerra.
El olvido
Helle Nice logró sobrevivir los años de la Segunda Guerra Mundial sin mayores problema en una Francia ocupada por los nazis, pero eso fue motivo de sospecha y de mucha especulación.
Chiron, en la noche previa a su regreso a la competencia en el rally de Monte Carlo de 1949, aseguró que Nice había sido una espía de la Gestapo.
Esa acusación nunca se pudo comprobar y durante años se ha especulado sobre los motivos de Chiron para haber apuntado directamente a Nice, desde los simples celos deportivos hasta haberla confundido con Violette Morris.
Pero pese a que la acusación fue falsa, fue lo suficientemente fuerte como para alejar a los patrocinadores y a su propia familia, con la que nunca tuvo un trato muy cercano.
Eso marcó el fin definitivo de su carrera.
A partir de ahí su vida entró en declive, profundizándose su caída cuando fue abandonada por su pareja por una mujer más joven en 1960.
Sus últimos años dependió de las donaciones que recibía de la organización de caridad para actores retirados a la que ella ayudó en sus años de gloria, el Gala Union of Theatre Performers.
A los 75 años fue forzada a mudarse a un ático en un suburbio de Niza, donde los vecinos recordaron cómo se robaba la leche de los gatos “porque no tenía nada para comer o beber”.
Cuando murió, a los 83 años, su familia se negó a colocar su nombre en el mausoleo y le tomó a su biógrafa, Miranda Syemour, cuatro intentos para poder encontrar la tumba en la que fue enterrada.
Veinticuatro años después se creó una fundación en su nombre para restablecer su reputación.
Un nombre que perdura
Desde Juan Manuel Fangio a Lewis Hamilton siempre que se habla de los grandes pilotos del automovilismo los nombres que surgen son todos de hombres.
Eso se debe a la ausencia casi permanente de las mujeres, que de vez en cuando han logrado llegar a la pistas, pero nunca han perdurado en ellas. Mucho menos brillar.
María Teresa de Filippis fue la primera en participar en una carrera de Fórmula 1 en los años 50 y Lella Lombardi fue la única capaz de sumar medio punto al terminar en sexto lugar en el interrumpido Gran Premio de España en 1975.
En Estados Unidos, Danica Patrick participó y ganó en la IndyCar, pero ninguna ha podido tener la repercusión y la popularidad que gozó Helle Nice en su época.
Una fama que hasta el día de hoy perdura lejos de su Francia natal al otro lado del Atlántico, cada vez que una niña nace en Brasil y sus padres consideran llamarla Hellenice.
Incluso si no saben la fascinante historia de la mujer de donde proviene ese nombre.
- Los detalles de la vida de Helle Nice fueron recopilados por Miranda Seymour en su libro “La Reina de Bugatti”.