Aficionada al boxeo, en su infancia idolatraba al entonces campeón mundial de peso pesado, el ucraniano Wladimir Klitschko.
BBC NEWS MUNDO
El drama de la niña que encontró refugio en el boxeo tras escapar de Estado Islámico
A Hussna siempre le ha gustado el deporte.
Disfrutaba de una vida sencilla en su pequeño pueblo en Sinjar, Irak, a unos 120 kilómetros al oeste de Mosul.
Estudiaba secundaria con la esperanza de convertirse un día en doctora, pero su sueño se interrumpió bruscamente una mañana hace cuatro años.
Eran las 7:00 de la mañana cuando llegaron, armados con explosivos y todo tipo de arsenal, causando estragos por las calles. Estado Islámico había comenzado su masacre.
Fue uno de los numerosos ataques con los que el grupo destruyó gran parte de la región noroeste de Irak en 2014, que contaba con una gran población de origen yazidí como Hussna.
Para ISIS (por sus siglas en inglés), ellos eran devotos del diablo y su objetivo era borrar su religión y estilo de vida de la faz de la Tierra.
Miles de familias quedaron destruidas por el genocidio.
Los hombres fueron ejecutados mientras las mujeres y niñas de hasta sieteaños de edad fueron secuestradas y utilizadas como esclavas sexuales, siendo violadas continuamente y torturadas por miembros militantes.
Hussna habría sido una de ellas, pero logró escapar.
En las montañas
“Pasamos días y noches espantosas escuchando los sonidos de disparos y bombas, pero no creíamos que ISIS nos atacaría y mataría”, recuerda la joven que ahora tiene 17 años.
“Se hablaba de que no iban a lastimar a los yazidí, pero nosotros no lo creímos. Cuando comenzaron a entrar a nuestro pueblo, mi familia decidió huir”.
“Tuvimos mucha suerte de que teníamos un pequeño auto con el que escapar, pero vimos a mucha gente yazidí asesinada y con disparos en las calles”.
“Nadie supo lo que estaba pasando o hacia dónde estaban yendo, la única certeza que tenían era que había que escapar. No sabíamos lo que este cruel grupo estaba haciendo o por qué estaban matando a niños inocentes, a hombres y mujeres”.
“Todos corrían en las calles mientras ellos disparaban. Era una pesadilla hecha realidad”.
Hussna y su familia lograron llegar hasta las montañas donde miles de personas yazidí se escondieron, pasando sed y hambre durante días.
“Estuvimos allí cuatro días sin comer ni beber, solo unas pequeñas gotas de agua y un pedazo de pan cada día que nos repartíamos para sobrevivir”.
Refugio
Después de la montaña, Hussna llegó a Qadia, un área del campamento de refugiados Rwanga en la parte kurda de Irak que da albergue a unos 15.000 yazidís.
Para ella es imposible decir que se trata de su casa, pero fue allí donde encontró espacio para descubrir una de sus pasiones: el boxeo.
Lo hizo a través del programa Boxing Sisters (Hermanas del boxeo), parte del centro para mujeres Lotus Flower.
“Cuando ISIS nos atacó, aumentó mi deseo por aprender a boxear”, le contó Hussna a la BBC.
“Quería aprender cómo pelear”.
“Se cuán difícil es estar parada enfrente de alguien que porta un arma, pero estoy segura que marcaría una diferencia si hubiéramos sabido cómo responder cuando nos atacaron”, reflexionó.
Hussna ahora se venda las manos, se pone los guantes y boxea durante una hora cada día. Su objetivo es aliviar el trauma de lo que le tocó vivir y que todavía la agobia .
“Necesitamos saber cómo pelear porque este no fue el primer ataque sobre los yazidís y estoy segura de que no será el último”, dijo.
“Las mujeres tienen que superar sus miedos y vergüenzas”.
Impacto
Además de aliviar sus traumas, el curso le ha servido a Hussna para encontrar nuevas amigas.
“Estamos siendo como una pequeña familia y muy buenas amigas. El centro nos da el apoyo y el espacio necesario para superar nuestra depresión después de las atrocidades que sufrimos, especialmente al perder a muchos amigos y familiares”.
Una de las personas que está directamente vinculada con el programa es Cathy Brown, excampeona europea del peso mosca e inglesa del peso gallo, quien entrena a las chicas a través de la “boxología”, una mezcla de técnicas de combate con terapias de comportamiento cognitivo.
“Comparto profundamente el trauma por que el deben estar pasando y el efecto que eso puede tener en la confianza y autoestima a largo plazo, dado que yo sufrí abusos y fui violada a los 16 años de edad”, comentó Brown.
“El boxeo salvó mi salud mental y me dio coraje. No solo me permitió aprender el mecanismo con el que hacer frente a lo que pasó, sino que también me dio un sentido de pertenencia y valor, lo que es vital para desarrollar la fortaleza interior”.
“Siempre he dicho que la gente que ha tenido que pasar por apuros en sus vidas serán los mejores boxeadores, dado que ellos son los que tendrán más voluntad, más agallas y determinación”, señaló.
Hussna todavía tiene la esperanza de convertirse en doctora, pero ahora también quiere llegar a ser entrenadora de boxeo para enseñarle a otras niñas y mujeres a encontrar la fortaleza y la confianza que tienen.
“Estamos rompiendo con las normas tradicionales de que las mujeres solo están para hornear y limpiar la casa”, dijo con emoción Hussna.
“Necesitamos ser fuertes y tener confianza. Y es a través del boxeo que lo lograremos”, concluyó.