Las entrevistadas coinciden en que la crianza de los hijos en el tiempo había sido una responsabilidad femenina, pues las mujeres se dedicaban por completo a los niños, mientras sus convivientes se encargaban del sostenimiento familiar. Sin embargo, en la actualidad este rol es compartido y ahora son ambos quienes educan, corrigen y crían a los hijos.
Aseguran que las madres que decidían apoyar en la economía familiar debían cuidar y trabajar en sus casas para no descuidar a sus hijos. En cambio, ahora se incorporan al mercado laboral y dejan a sus hijos encargados con algún familiar o en un jardín infantil.
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Coinciden en que hasta hace algunas décadas el núcleo familiar era más amplio. No solo era mayor el número de hijos, sino que era más habitual tener cerca a los abuelos, tíos, primos, incluso bisabuelos y tíos abuelos.
Otro de los cambios significativos en la maternidad tradicional con la modernidad es la lactancia, que, según las entrevistadas, ha dejado de ser importante para muchas madres, pues a pesar de conocer los beneficios que tiene para la salud y desarrollo de los bebés optan por la leche de fórmula.
Según Beatriz Escobar, orientadora familiar, los esquemas de maternidad han variado y tratar de formar a los hijos como lo hicieron los descendientes, ya no es suficiente ni muchas veces efectivo.
“Los niños de hoy día están expuestos a grandes cambios que van desde crecer en hogares donde ambos padres trabajan, convivir en un ambiente tecnológico como internet y los videojuegos hasta la vulnerabilidad al consumo de alcohol y droga”, refiere.
A decir de la experta, años atrás la crianza de los hijos era una etapa predecible, pues iban a la escuela, se relacionaban con familiares y utilizaban juegos educativos o elaborados por ellos mismos. En la actualidad, la historia es distinta debido a la tecnología.
Superación profesional
Escobar añade que otra de las características de las mujeres en la actualidad es que al convertirse en madre ven desde otro punto de vista su panorama, ya que su prioridad está centrada en lo que ocurre en torno a sus hijos, pero cuando además de ser madre quiere desarrollar su vida profesional incrementa el desafío porque debe encontrar la forma de hacer un balance, lo que en muchas ocasiones representa una misión imposible.
Según el psicólogo Rolando Muralles, la maternidad en el mundo actual plantea constantes dilemas entre lo que es bueno y es malo, lo que debe hacerse o exigirse a los hijos; sin embargo, el experto asegura que lo más importante es desarrollar habilidades para trasmitir valores, inculcar hábitos, fortalecer la autoestima, corregir comportamientos y establecer relaciones buenas y sanas con los hijos.
“Aunque educar y formar a los hijos a veces resulta difícil, esto no quiere decir que la crianza sea una carga pesada que se tenga que llevar a cuestas. Los hijos son una fuente de placer y satisfacción si los padres despliegan su sensibilidad, capacidad e intuición hacia ellos”, expresó.
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Para el sociólogo Carlos Marroquín con el tiempo cambia la estructura social, económica y cultural, por lo que es lógico que la maternidad refleje modificaciones, pero hay que tener claro que la estructura familiar no va a cambiar porque son los padres quienes tienen la autoridad en un hogar.
Temor de Dios
Tener la oportunidad de educar, formar y dejar un legado positivo a sus descendientes basados en el amor de Dios es una de las satisfacciones más grandes para Aura del Pilar Hernández Cornejo, originaria de Cuilapa, Santa Rosa.
A sus 87 años, doña Aura es una tatarabuela feliz y llena de energía, que a pesar de las adversidades sacó adelante a sus siete hijos -dos hombres y cinco mujeres-, quienes, asegura, son el motor de su vida.
Su hija Carmen Rodríguez Hernández, su nieta Brenda Luz Vásquez Rodríguez y su bisnieta Madelin Gabriela Flores Vásquez aseguran que la mejor herencia que han recibido es el temor de Dios y el amor al prójimo.
“Siempre nos resalta que sí decidimos traer a un hijo al mundo, debemos ser responsables, nos guste o no. Que debemos luchar y pedirle sabiduría a Dios para criarlos y que sean buenas personas, pero sobre todo temerosas de Dios”, expresó Flores Vásquez.
Las cuatro generaciones coinciden en que ser madre hoy no es lo mismo que hace unas décadas. La tecnología y el libertinaje han sido uno de los detonantes de estas transformaciones.
“Antes había libertad de poder corregir a los hijos, hoy es más complicado porque los padres deben regirse a ciertos reglamentos”, aseguran.
Dificultades
Desde su particular historia y experiencia de vida, las cuatro generaciones de madres de la familia Pérez, originarias de Mataquescuintla, Jalapa, consideran que el potencial de la mujer es inmenso y que, pese a cualquier adversidad, tiene la capacidad de salir adelante y superarse.
Ambrosia Pérez, tatarabuela, cuenta que haberse convertido en madre a los 17 años representó un gran reto para ella, pues además de cuidar a su hija tenía que trabajar para apoyar a su esposo en la economía familiar.
“Pese a las dificultades económicas, a mis ocho hijos nunca les faltó nada y gracias a la fe en Dios y la perseverancia hoy puedo decir que estoy satisfecha de haber formado personas de bien”, expresó.
María Emilia Pérez, bisabuela, cuenta que cuando se quedó sola -¬sin la ayuda del papá de sus hijos- recibió críticas, pero eso la motivó para continuar y demostrar que no se necesita de alguien más para seguir adelante.
Leticia Ana Ruth Cruz Pérez, abuela, considera que actualmente una de las mayores dificultades es que algunas madres le dan más prioridad a su crecimiento profesional que al cuidado, la crianza y la comunicación con los hijos.
“Es importante que la mujer vele por su superación personal, pero sin dejar a un lado la crianza de los hijos. Es lamentable ver cómo actualmente se ha perdido la comunicación entre padres e hijos, pues en lugar de entablar un diálogo lo que hacen es entretenerse con celulares o aparatos electrónicos”, refirió.
Refiere que lo más importante en la maternidad es amar, valorar y educar a los hijos con el ejemplo.
Amor de madre
A doña Jesús Marroquín Gámez, de 99 años, se le llenan los ojos de lágrimas cuando trae a su memoria las veces que dio a luz y vio por primera vez a sus hijos, luego vio nacer a sus nietos, bisnietos y tataranietos.
“Tener entre mis brazos y arrullar, primero a mis hijos, luego a mis nietos, bisnietos y ahora a una tataranieta han sido momentos memorables que repetiría mil veces”, expresó.
Enfatiza que después de dar a luz por primera vez nunca se deja de ser madre, porque ese amor va en aumento y es incomparable para las siguientes generaciones.
Doña Jesús cuenta que su amor por los niños quedó evidenciado en su vocación de ser comadrona por más de 30 años.
“Debido a que antes las mujeres embarazadas no teníamos tan fácilmente acceso a la Salud, decidí capacitarme para ser comadrona ad honoren”, expresó.
El éxito de una madre se ve reflejado siempre en los hijos, en su educación y en sus logros en la vida. Así lo percibe Paula García Marroquín, hija menor de Marroquín Gámez, quien ve en su madre una fiel acompañante de vida.
Claudia Araceli Leal, que pertenece a la cuarta generación de su familia, asegura que a pesar de ser madre soltera siempre ha contado con el apoyo de sus descendientes, especialmente de su madre.
“Lo que he vivido me ha llevado a descubrir que las mujeres tenemos la facultad, facilidad, energía y las ganas de salir adelante si nos lo proponemos. No nos debemos quedar metidas en el dolor, tristeza y desolación. Tenemos que romper esquemas y tenemos que tener fe en nosotras mismas”, dijo.
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