Gladys Cifuentes, madre de Rojas, recuerda que a los 40 días de su nacimiento fue sometida a una cirugía para extirpale un ojo, y cinco meses después perdió el otro.
“Siempre soñé con cantar. Asistí a grupos juveniles en la iglesia, pero dejé de ir porque era una carga para mis compañeros. Ahora sirvo a Dios a través de la música”, comentó la joven.
La cantante vive feliz. Ya ha grabado dos discos de música cristiana titulados Te ofrezco mi canción y Cuidará de mí.
“Mi mayor anhelo era convertirme en maestra de Música. Quise estudiar para tener un título y dedicarme a trabajar y ayudar a mi madre que tanto me ha dado”, dijo Rojas.
Víctima de violencia
Otra historia de valor es la de Juan Ajanel Chiti, a quien una bala que le lesionó la médula espinal le cambió la vida.
A consecuencia de esa lesión, en los últimos 18 años ha estado en silla de ruedas, pero lejos del rencor hacia sus agresores él lleva paz en su corazón y habla de amor por la vida.
“El incidente sucedió el 14 de septiembre de 1997, cuando regresaba de traer la antorcha de la Independencia desde San Lucas Tolimán, Sololá. En la carretera la banda los Pasacos nos asaltó y disparó a quemaropa”, recuerda.
Ajanel nació en Patzité, Quiché, pero para recuperarse se trasladó a Antigua Guatemala.
Divide su tiempo entre el trabajo y la labor humanitaria. Se desempeña en un taller de reparación de tapicería y forma parte de los voluntarios de la Fundación Transiciones, que ayuda a discapacitados.
“Transportarse en una silla de rueda en las calles de piedra es un reto diario. En el país no hay infraestructura acorde a nuestras necesidades”, resaltó.
En el 2011 formó parte del equipo especial de baloncesto que representó al país en los Juegos Parapanamericanos de Guadalajara.
Otro caso es el de Rogelio Andrade Ubedo, a quien le fue amputado una pierna por un tumor.
Nació en Pastores, Sacatepéquez, y tiene cerrado el pénsum de Administración de Empresas, profesión que ejerce en un taller de multiservicios, en Antigua Guatemala.
De pequeño aprendió a fabricar zapatos, trabajo que le sirvió para ayudar a su familia.
Cuando tenía 5 años le fue detectado un tumor y en el 2000 le amputaron la pierna izquierda.
“Desde que tenía 5 años he sabido adaptarme a mis capacidades; soy capaz de realizar cualquier trabajo”, comentó.
Andrade lamenta que las mismas autoridades discriminan a personas con discapacidad.
“Hemos ido con el Gobierno y en las municipalidades para que nos brinden trabajo, pero al vernos con una muleta nos ignoran”, comentó.