Desde la tarde, muchas horas previas al partido, los aficionados llegaron al estadio; grupos de amigos y familiares estaban ansiosos por ver la final entre Xelajú y Antigua Guatemala.
El partido no fue fácil, Xelajpu perdió el primer encuentro y esto le comprometía a tener que darlo todo si querían coronarse como campeones nacionales.
La afición apoyó a su equipo y todo ese ánimo dio resultados: Xelajú ganó el encuentro, se coronó campeón y consiguió su sexto título nacional después de 11 años.
El partido concluyó con la victoria de Xelajú, pero esto apenas y era el comienzo. Las calles de Quetzaltenango se abarrotaron de fanáticos que estaban dispuestos a celebrar, quizá, hasta el amanecer.
Había pequeños que también transmitían esa felicidad por ver a su equipo coronarse campeón, y quienes lograron llevarle este orgullo a su departamento después de más de una década.
Los aficionados olvidaron cuál era la hora para irse a la cama y decidieron celebrar a lo grande la victoria de su equipo, sintiéndose orgullosos de ser quetzaltecos.