Cristian Rodríguez, delegado de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) en Sololá, informó que elaboraron un historial de daños de años anteriores, en el que se determinó que se han perdido vidas y los daños materiales han sido cuantiosos.
Rodríguez señaló que destacan el deslave que sepultó a la comunidad de Totol-yá, en San Lucas Tolimán, en 1998, y el del 5 de octubre del 2005, cuando un deslave sepultó la aldea Panabaj, Santiago Atitlán, donde murieron al menos 217 personas.
Añadió que según estudios, hay más de 50 poblados que permanecen en áreas consideradas de alto riesgo y algunas declaradas como no habitables, aunque los pobladores se niegan a evacuar con el argumento de que no tienen a dónde ir.
Deslizamientos
Aroldo Santelel, delegado de la Conred en Chimaltenango, expuso que los fenómenos propios del invierno, la topografía de los terrenos y la inestabilidad de los suelos han dejado en ese departamento destrucción, pérdidas humanas y económicas en los últimos 10 años.
“El riesgo de deslizamiento se agrava en Tecpán Guatemala, Santa Apolonia, San José Poaquil, San Juan Comalapa, San Martín Jilotepeque, San Andrés Itzapa, Acatenango y Patzún”, refirió Santelel.
Monitoreo de ríos
En Petén, las autoridades identificaron más de 15 zonas de riesgo por inundaciones, según Yovani Martínez, delegado de la Conred.
Expuso que cuentan con censores en ríos para determinar cuando sobrepasan su caudal normal, lo que da un margen de seis horas para prepararse contra inundaciones. Además, se tienen contactos con autoridades de Alta Verapaz para tener control sobre los ríos Salinas, La Pasión y Usumacinta.
Josué Pérez, de la Conred, en la zona sur de Petén, indicó que esa área es la más afectada, ya que es donde más llueve y se registran inundaciones en barrios de Poptún, como la que sucedió el 28 de septiembre último y que afectó a más de 150 familias.
Los municipios más afectados por fenómenos naturales son Santa Ana, San Francisco, Poptún, Dolores y El Chal, señaló Pérez.
No están preparados
Rudy Morales, delegado de la Conred en Baja Verapaz, indicó que ese departamento no está preparado para la adaptación al cambio climático, debido a que son muchas las personas afectadas en incluso en época seca y más aún en durante el invierno.
Agregó que pese a que toman medias preventivas con líderes comunitarios no se tendría la capacidad para evitar tragedias por deslizamientos, en especial en Purulhá, donde la gente vive en montañas.
Falla geológica
En Huehuetenango, hay lugares que han sido declarados zonas inhabitables; sin embargo, los pobladores se niegan a dejar sus casas y arriesgan su vida.
Las lluvias ponen en peligro a comunidades completas en los 32 municipios del departamento, según autoridades de socorro, cuyos expertos han detectado riesgo de deslizamiento, inundación y agrietamiento de suelo.
En Santiago Chimaltenango, San Juan Atitán, San Pedro Necta y San Sebastián Huehuetenango hay una falla geológica activa, que ha causado daños en comunidades completas con el saldo de viviendas destruidas, debido a que los movimientos telúricos son constantes, señaló Jorge Méndez, delegado de la Conred.
Agregó que no se puede determinar la cantidad exacta de comunidades en riesgo, pero aseguró que la topografía del departamento hace que el área sea frágil para cualquier desastres natural.
Vecinos desconocen prohibición
A pesar de que la Conred declaró inhabitable un sector aledaño al kilómetro 147.5 de la ruta de Chichicastenango a Santa Cruz del Quiché, por un hundimiento, algunas personas construyen sus casas a escasos metros del abismo.
En la actualidad se edifican dos inmuebles a unos 40 metros del barranco, que fue formado por la lluvia y que destruyó la carretera, en el 2013, sin importar que autoridades de la Conred establecieron la prohibición de habitar a 240 metros a la redonda, por el peligro que eso representa para las personas.
Rafael Tecum Morales, propietario de una de las casas en construcción, señaló que compró el terreno hace seis años y que no piensa abandonarlo y perder su inversión.
“Solo Dios sabe qué pasará, si se va mi casa —en el hundimiento—. A esta vivienda voy a traer a mi esposa y a mis hijos. La verdad no sabía que no se podía construir en este sector”, aseguró Tecum.