Un informe publicado en noviembre del 2015 por la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Atitlán refiere que se han identificado al menos 288 puntos de contaminación, de los cuales 137 corresponden a basureros no autorizados y 77 a descargas de aguas residuales. El resto son puntos de contaminación variados.
Sydney Samuels, ministro de Ambiente y Recursos Naturales, informó que de no tomarse acciones, para el 2019 el deterioro del Lago será irreversible.
En Petén, la falta de cultura ambiental ha causado deterioro a los recursos naturales, pues ríos y lagunas están contaminados y su caudal disminuye de manera sustancial.
Ivón Romero Zetina, ambientalista, explicó que debido a que el verano se extendió, los ríos Mopán, en Melchor de Mencos; La Pasión, en Sayaxché; Usumacinta y El Subín, en Las Cruces, bajaron su caudal de forma alarmante.
Óscar Conde, del colectivo Madreselva, señaló que los bosques de Petén son afectados por el avance de la agroindustria, invasores y falta de administración de los recursos naturales por parte del Estado, pues se han autorizado proyectos que promueven la deforestación y la destrucción de la biodiversidad.
“Hace 19 años cerca del 60% de la selva de Petén estaba conservada, estimo que actualmente solo queda el 25%. A este paso, en 20 años la selva se convertirá en zonas de cultivo y parques temáticos”, refirió.
Problema serio
En lo que va del año se secaron las lagunas de Ordóñez, en Todos Santos Cuchumatán, y Magdalena, en Chiantla, Huehuetenango, y de acuerdo con Marco Vinicio Cerezo Blandón, director de la Fundación para la Conservación y el Ecodesarrollo, se debe al cambio climático y a la deforestación.
Para Daniel Mérida, de una organización de jóvenes de Chiantla, otro ejemplo es que el río Selegua dejó de ser caudaloso, y en verano se convierte en un riachuelo fortalecido con aguas servidas.
Punta de Manabique, en Puerto Barrios, Izabal, está amenazada por la tala ilegal y las toneladas de basura que llegan todos los días arrastradas por el río Motagua, según fuentes del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap).
En ese sector, unos 15 kilómetros de costa están totalmente contaminados por basura, y en ocasiones el problema se extiende a las costas de Honduras, refieren autoridades.
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Marcos Dubón, presidente del Consejo Comunitario de Desarrollo de El Quetzalito, Puerto Barrios, indicó que la basura que más se acumula en la zona son envases de plástico, esponjas y productos de hule.
De acuerdo con ambientalistas, en Punta de Manabique al menos 10 mil hectáreas de bosque se han perdido en los últimos 15 años, lo que representa cerca de la mitad de la maza boscosa de la zona. Además, el nivel del mar ha aumentado, lo que hace que el sector sea vulnerable a huracanes.
Humedal en peligro
El Manchón Guamuchal, entre Retalhuleu y San Marcos, es uno de los humedales más grandes de Centroamérica; sin embargo, este peligra debido a la tala ilegal de mangle y la poca agua que ingresa en la bocabarra, según vecinos.
En el 2011, estudiantes de Agronomía de la Universidad de San Carlos efectuaron un inventario forestal y determinaron que había 13 mil 500 hectáreas de bosque húmedo, cantidad que a la fecha se ha reducido en 15%, indicó Fredy Cabrera, exdelegado del Conap.
“Gran parte del manchón se ha destruido por la deforestación y la contaminación de personas ajenas y empresas privadas que lanzan desechos al agua”, expresó Cabrera.
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En Escuintla, las toneladas de basura que son arrojadas a las riberas de los ríos terminan en el Canal de Chiquimulilla, que abarca playas de Iztapa, Puerto San José, Sipacate, Nueva Concepción y Tiquisate, así como Taxisco y Chiquimulilla, Santa Rosa.
Saturnino Pérez, líder comunitario de Puerto San José, comentó que cuando comienza el invierno se ve una alfombra de basura que es arrastrada por las corrientes que desembocan en el canal.
Agregó que los ríos que han disminuido su cauce son María Linda, Guacalate, Achiguate, Pantaleón, Naranjo, Coyolate y Madre Vieja, lo que afecta a las comunidades cercanas.
Vecinos aseguran que la agroindustria acaba con las pocas zonas boscosas, que son utilizadas para cultivos de banano, plátano, caña de azúcar y palma africana.
En Barberena, Santa Rosa, la laguna del Pino ha reducido su nivel y corre el riesgo de convertirse en pantano, pues está afectada por algas y plantas que crecen de manera desmedida.
Hugo González Sierra, administrador de la laguna, dijo que los últimos inviernos han sido irregulares y por ello queda poca agua. Además, hay quienes utilizan el líquido para riego. “Otro problema es la planta elodea, que crece en la laguna desde 1962”, refirió.
Para vecinos y ambientalistas la situación de contaminación y daño a los recursos naturales es alarmante, por lo que instan a las autoridades y a la población en general a que pongan en práctica proyectos que garanticen la protección de los ecosistemas.
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— Miguel Barrientos (@Mbarrientos_pl) June 14, 2016