“Fue algo maravilloso convivir y compartir con ella por muchos años, aunque a veces pensamos que estaba sufriendo porque estos últimos años se nos enfermaba a cada rato, ya no miraba y ni oía bien, sin embargo ella con sus oraciones de todos los días, pedía salud y vida”, expuso Queché Chox.
Asegura que el secreto para vivir muchos años no es más que el respeto y la “alimentación natural”.
Petrona Pixabaj, esposa de José y nuera de doña Juana Chox, expuso que “fue una dicha poder compartir con ella ya que me contó muchas historias y anécdotas de su vida”.
En cada charla hablaba de muchos aspectos de la historia del país, del terremoto de 1976, de los presidentes y la guerra de los años 70 y 80. “Lamentablemente ahora ya no se oirán esos relatos, fue una gran persona y me enseñó muchas cosas, sobre todo el respeto”, aseguró Pixabaj.
La edad de la longeva mujer, le permitía contar, incluso, vivencias de los terremotos de 1917 y 1918, cuando vivía sus años mozos, narraba que en la época del presidente Manuel Estrada Cabrera aconteció una serie de temblores y terremotos durante cuatro meses los cuales destruyeron la capital.
Para el terremoto del 4 de febrero de 1976, recordaba que junto con su familia vivió varios días bajo los árboles ante el temor de que ocurriera otro movimiento telúrico.
Doña Juana también recordaba mucho del conflicto armado interno que desangró al país, especialmente a sus padres quienes participaron en la guerrilla para proteger a los lugareños, mientras el resto de la familia buscaba refugio para salvarse del Ejército.
Lamentaba mucho los cambios en la juventud ya que, con el paso de los años, aseguraba, se perdió el respeto entre los seres humanos y al medioambiente, ya que antes se acostumbraban, narraba, a hincarse ante los ancianos y besarles la mano.
El 28 de noviembre del año pasado fue su última celebración de cumpleaños cuando con la familia celebró con pompa el arribo a sus 123 años. A las 6 horas dos grupos de mariachis la despertaron con Las Mañanitas.
Con sus canas, líneas faciales y el rostro feliz, ese día agradeció, en el dialecto quiché, a Dios por haberle permitido la vida, a sus descendientes, vecinos y otros comunitarios por el cariño que le ofrecían.
La abuelita, como se le conoció, nació el 28 de noviembre de 1893, en la comunidad Pamezabal, Santa Lucía Utatlán, Sololá, posiblemente fue la mujer que más años ha vivido en Guatemala, y tal vez en el mundo. Las autoridades comunitarias y municipales buscaron, sin éxito, que fuera inscrita en el libro de los récord Guinness.
Macario Joj, vecino, afirmó haber visto en los últimos años y días a doña Juana como una persona muy amable, respetuosa y sobre todo trabajadora. “El secreto es que no se alimentaban de cosas químicas, más que los que se produce en la comunidad, verduras y legumbres”, dijo.
Doña Juana se casó dos veces, a los 15 años lo hizo por primera vez, con Juan Chávez, en ese matrimonio tuvo dos hijos, y enviudó en 1920.
Años más tarde se casó con Miguel Alva, con quien procreó seis hijos más. Él murió en 1984.
Alva, contaba doña Juana, luchó descalzo durante la guerra interna, y cuando fueron comerciantes debían viajar desde las 2 de la madrugada a pie hacia Totonicapán para vender productos.
Modesto Gaspar Chox Alva, sobrino de doña Juana, recuerda una serie de anécdotas que ella le contaba ya que “nadie paraba la conversación”, nos dio ideas y consejos para hacer algo en la vida”, afirmó.
Tuvo 26 nietos, 76 bisnietos y 136 tataranietos. En total sumó 248 parientes.
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