Además, dijo que su abuela también era conocida en las comunidades donde acceder a un médico es complicado, porque trataba el mal de ojo, pujo o la caía de la mollera de los bebés; además, dijo que la falta de centros de salud en esa región de Quiché la hizo “muy” popular y necesaria para las embarazadas.
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María Luisa Aguilar, nació en Chel, Chajul, pero en la década de 1980 dejó su comunidad debido a la guerra interna que sacudía a esa región del país. Luego vivió un tiempo en San Juan, Huehuetenango, pero nunca dejó de atender a embarazadas.
Debido a las condiciones de pobreza en las que se vive en esas comunidades del Chajul, las embarazadas le pagaban a “doña Maruca” Q5, Q10 o Q25, aunque la mayoría lo hacía con maíz, frijol o aves de corral.
Al sepelio de “doña Maruca” asistieron vecinos de varias comunidades, la mayoría mujeres indígenas ixiles que en algún momento fueron atendidas por ella.
Juana Itzep, vecina de Chel, dijo: “que Dios la bendiga y la acompañe en su descanso eterno, fue una comadrona muy amable y conocida, nunca se negó a atender a una mujer, la vamos a extrañar. Aquí no hay hospitales y las mujeres dependen de las comadronas para que nazcan los niños”.
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Juana Raymundo, vecina de Amachel, dijo que Aguilar la acompañó en cinco de sus seis partos. “En algunos solo le pague con una gallina y una libra de frijol”, señaló.
En tanto, Carlos Caba, líder comunitario de Chel, señaló que la labor de “doña Maruca” fue fundamental en la comunidad. “Ella sabía que estamos abandonados por las autoridades y que tenemos que ayudarnos entre nosotros para poder sobrevivir, fue un ejemplo para muchas mujeres de mi comunidad”, dijo.
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