Es por ello que en el 2003, cuando cumplió 90 años, fue declarado Patrimonio Cultural Intangible de la Nación, y el año pasado el Gobierno lo galardonó por su centenario, aunque Santos considera que el mejor premio son los aplausos del público.
No es el único que opina de esta forma. Eduardo Méndez, miembro del grupo, expuso: “Considero que el aplauso de la concurrencia es el galardón que más valoramos en cada una de las presentaciones que efectuamos con los hermanos conviteros, tanto en Santa Cruz del Quiché como en otras partes donde nos invitan”.
El origen
Santos y Méndez coinciden en que el origen del convite de la Hermandad de Santa Elena de la Cruz tiene raíces en el Baile de los Feos, que se celebraba desde el siglo XIX, cuyos miembros utilizaban máscaras toscas y trajes sencillos.
“En 1913, el baile pasó a formar parte de la Cofradía de Santa Elena de la Cruz —hoy hermandad—; luego, en la década de 1970, por iniciativa de Ignacio Lucas Rivera y Domingo Urízar, surgió el convite como se presenta en la actualidad, en el que los atuendos y las máscaras llevan un proceso más elaborado para representar a personajes del cine y la televisión, o figuras mundiales.
Los trajes son confeccionados por artesanos locales, y su costo varía entre Q4 mil y Q20 mil.
En la danza participan 18 parejas, que deben ensayar la coreografía y coordinar los trajes que utilizan en desfiles y otras celebraciones a los que son invitados.
La tarea es agotadora, pues los participantes deben hacer hasta 15 presentaciones durante las 17 horas que dura, aproximadamente, cada desfile del 17 de agosto.
El convite es parte de la cultura de Santa Cruz del Quiché, y esto se debe, en mucho, a sus directores, que en los últimos tiempos han sido Rigoberto Cabrera Noriega, Manuel Rodríguez López, José Luis Rodríguez, Alfredo Dardón Santiago, Juan Irene Santos Méndez, Carlos Rodríguez López y, actualmente, Alfonso Méndez Rodríguez.