Quetzaltenango

Vendedores del parque central de Quetzaltenango no se dan por vencidos

Vendedores informales del parque central trabajan todos los días con la esperanza de reunir el dinero para pagar la renta de su casa y comprar alimentos.

Con carteles los vendedores de dulces del parque central captan la atención de los transeúntes. (Foto Prensa Libre: María Longo)

Con carteles los vendedores de dulces del parque central captan la atención de los transeúntes. (Foto Prensa Libre: María Longo)

Aunque el parque central de Quetzaltenango se encuentra cerrado, alrededor los vendedores informales, sobre todo de dulces, continúan con sus labores, ofrecen chicles, chocolates, bombones y cigarros; la venta disminuyó, pero ellos tienen la esperanza de reunir el dinero de sus gastos.

Luis Pérez, de 43 años, es originario de San Marcos, pero tiene 15 años de vender dulces en Quetzaltenango, en la actualidad vende de Q8 a Q10 cada día, antes de la crisis sanitaria por el coronavirus vendía de Q300 a Q400 en un día, lo que significaba una ganancia de Q75 a Q100.

“Pero ahora en estos momentos Q8, Q10 no me alcanza ni para un tiempo de comida”. El hombre debe pagar una renta de Q1 mil.

“Son momentos de crisis por esta enfermedad del covid-19, las ventas están muy bajas, entonces puse una cartulina en mi cajita de dulces para pedir a las personas una ayuda o que me compren un dulce, una galleta, un bombón, para recaudar dinero, porque necesito pagar el alquiler, tengo hijos menores de edad y debo velar por ellos, que tengan que comer”.

El vendedor relató que antes él y su familia comían “los tres tiempos”, ahora los adultos comen una o dos veces al día.

“Les pido a las personas que pasan por aquí por el parque central que compren algo, gracias a Dios hay personas que Dios les tocó su corazón y nos traen bolsas de víveres, les agradecemos. Dicen que hay ayuda del presidente, pero nosotros no hemos visto nada de eso, no tenemos ayuda del presidente ni del alcalde. Somos vendedores ambulantes no estamos registrados”.

Paula Ordóñez también vende dulces, con una caja pequeña y un cartel promociona su producto, la venta la ayuda a pagar la renta de un cuarto que comparte con su hija y dos nietas, “hay menos clientes” y esta angustiada.

Paula Ordóñez es originaria de Huehuetenango y trabaja en Xela desde hace cinco años. (Foto Prensa Libre: María Longo)

La historia se repite en lustradores, vendedores de fruta, gelatinas o periódicos, a todos se les observa cerca del parque central cuando ofrecen sus productos.

Los vendedores agradecen a las personas que cuando pasan por el parque central se recuerdan de ellos para comprar un dulce o un chicle. (Foto Prensa Libre: María Longo)