Flores y su esposo compraron a Tigresa cuando tenía 3 meses, aunque la mujer tuvo otros perros nunca había convivido con un pitbull.
La pareja decidió comprarla y con el tiempo descubrieron que a esta raza “les gusta hacer deporte” y “son muy nobles”.
Hace semanas los perros de razas consideradas peligrosas volvieron a ser tema de conversación después de dos ataques que protagonizaron, uno en la Plaza de la Constitución, zona 1, y otro en Sayaxché, Petén.
No es el caso de Tigresa, quien este año se graduó como una perra terapeuta, después de seis semanas de ardua preparación ahora visita junto a su dueña a personas con capacidades distintas, además visita asilos para mejorar el estado de ánimo de los ancianos.
Esto demuestra, según sus dueños, que los perros son agresivos, pero dependiendo del trato que reciben y no de su raza.
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Flores conoció el voluntariado Huellas de Esperanza, luego de que durante el terremoto de junio de 2017 se fracturara el brazo derecho y tuvo que asistir a rehabilitación a Fundabiem, lugar donde conoció a la asociación quetzalteca Huellas de Esperanza.
“Me di cuenta de que llegaban perros a motivar a los pacientes, comprendí que cuando se valora a un perro se hace que el animalito sea útil para otras personas”, relata Flores.
Fue ahí cuando decidió integrarse al programa, pero no sabía si Tigresa sería aceptada por ser de raza pitbull. La respuesta de la asociación fue que “no importaba la raza”, ya que el único requisito era de que el perro fuera tranquilo y noble.
Después de pasar una prueba la perra fue aceptada y luego de una preparación por seis semanas se graduó, ahora sale a la calle con su chaleco que la identifica como mascota de terapia y dos collares especiales, uno para que la lleve Flores y el otro para los pacientes.
Desde la primera vez que Tigresa participó como perra terapeuta, Flores supo que tenía características para ese servicio. “Siguió todas las ordenes”, destaca.
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Para las terapias los perros colaboran de diferentes maneras. Cuando los niños pasan túneles, por ejemplo, el perro se debe colocar al otro extremo para que sea la motivación del paciente.
Con personas que tienen problemas del habla, el perro debe permanecer sentado y quieto para escuchar lo que ordene el paciente, de esta forma la persona se esfuerza por hablar bien o la describe tocando sus orejas, la cola y otras partes de su cuerpo.
Flores considera que el amor fue fundamental para que actualmente Tigresa ayude a niños y adultos.
“La peinan, acarician y la abrazan, su misión es transmitir energía positiva a los niños y ancianos o a otros pacientes, ellos son perros muy especiales y hay que darles mucho cariño, pienso que a ella la hizo diferente el amor que le dimos desde pequeña”.
Crías
El esposo de Flores quiso que Tigresa tuviera cachorros, y tuvo 12, de los cuales dieron 11 a familiares y amigos, esto los hizo comprender que cada vez que se desprenden de uno de sus pequeños los perros sufren, por lo cual, decidieron quedarse con uno y castrar a la madre.
“Me gustan los animales y no estoy de acuerdo con que sufran, nos dimos cuenta que no es bueno que tenga cachorros y se separe de ellos, por esta razón la operamos”, afirma Flores quien también está en contra de la sobrepoblación de perros porque “cuando son cachorros los quieren pero de adultos los pueden abandonar o tratarlos mal”.
El cachorro de Tigresa se llama Duque, por su edad es juguetón e hiperactivo, le gusta correr, por esa razón los dueños decidieron entrenarlo para que sea un perro que participe en campeonatos, cada día corre 5 kilómetros.
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