Amadilis Hernández, integrante del Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (Osar), relata que para las niñas embarazadas o que ya son madres, los juegos se convierten en responsabilidades de una mujer y que en la mayoría de casos debe abandonar los estudios para velar por su hijo.
Autoridades y organizaciones que velan por los derechos sexuales y reproductivos de las niñas enfatizan en que todos estos casos son violaciones, ya que el Código Penal guatemalteco así lo establece.
Flor Gómez, delegada de la Procuraduría de los Derechos Humanos, refirió: “Una niña no tiene la capacidad mental para analizar las consecuencias que puede tener las relaciones sexuales a temprana edad, la ley es clara y no vale el consentimiento de las menores en este tipo de situaciones. Da pena escuchar comentarios en donde se revictimiza a las niñas”.
Manifestó que a estas niñas se les vulnera el derecho a la Educación, Recreación, Salud, a vivir una vida libre de violencia y a decidir sobre su cuerpo.
Una niña no tiene la capacidad mental para analizar las consecuencias que puede tener las relaciones sexuales a temprana edad, la ley es clara y no vale el consentimiento de las menores en este tipo de situaciones. Da pena escuchar comentarios en donde se revictimiza a las niñas”.
“Ellas ven truncado su proyecto de vida, pues se les limita el desarrollo y continúan en un círculo de pobreza, además no cuentan con las herramientas para ser madres. A todas las mujeres desde pequeñas se nos condiciona para ser madres, pero no se nos guía para afrontar esa gran responsabilidad”, indicó.
Según estadísticas del área de Salud, en los primeros siete meses del 2017 se registraron 67 menores de 14 años embarazadas. Los municipios con más casos después de la ciudad de Quetzaltenango, son Palestina de los Altos, San Juan Ostuncalco y Coatepeque.
Aunque el sector público registra estos embarazos y da seguimiento legal en el caso de las menores de 14 años, Hernández asegura que existe un subregistro, pues hay niñas que son trasladadas a centros privados para evadir que se conozca su caso.
“Las niñas menores de 14 años son las que más sufren, pues algunas son llevadas a hospitales privados para evadir el registro, esto es algo que no se puede controlar pues la información no llega a donde debería para denunciar el caso”, explicó Hernández.
Para los integrantes del Osar Juvenil de Quetzaltenango, es lamentable que además de ser madres, las niñas hayan enfrentado, en muchos casos, violencia física o ser forzadas a tener relaciones sexuales con personas mayores o que a ellas no les agradan, causándoles un trauma psicológico mayor.
Consideran que para prevenir más casos es importante fomentar la educación sexual, en especial en el área rural; sin embargo, aseguran que es difícil por algunos factores culturales.
“El problema es que se aborda la sexualidad como un tabú, en algunos lugares hablar del tema es un pecado, entonces por cultura o religión prefieren ver a la niña casada, pero consideramos importante y necesario abordar correctamente el tema”, concluyó Hernández.