La parroquia San José patriarca, ubicada en la zona 7 de Quetzaltenango, tiene cuatro semanas de entregar almuerzos a vendedores informales, comerciantes de ferias, desempleados, madres solteras, adultos mayores y otras personas afectadas por la crisis del coronavirus.
Chow mein, pollo con arroz, para algunas familias es la única comida que tendrán durante el día, en algunos casos “el dinero guardado se terminó” y en otros, compraban comida con lo que ganaban cada día.
Carlos Hurtado, es un hombre de 73 años, vive con su esposa, su suegra y dos nietos menores de edad que tiene a su cargo, es taxista, pero también adulto mayor y diabético, los policías de tránsito le explicaron que es una persona vulnerable por el coronavirus y le pidieron que dejara de trabajar; el vehículo no le pertenece, solo era el piloto.
Desde hace un mes no sabe cómo pagará la renta de su casa, Q1 mil 400, la comida se escasea y la parroquia es su consuelo, llega por el paquete que los feligreses entregan, cinco almuerzos.
“El párroco de esta iglesia es muy caritativo porque es una pandemia que nos deja en la calle. Tengo necesidades, no estoy trabajando y el dueño de la casa donde vivo ya empezó a preguntar por el pago, pero sin trabajo qué vamos a hacer. No es culpa de Dios, ni del gobierno, esperamos que el padrecito no se vaya a aburrir de nosotros porque es una gran ayuda”, relató.
Hurtado está preocupado porque no quiere terminar en la calle, pide ayuda para pagar la renta de su vivienda o para regresar a trabajar, su número es el 5873 7818.
“Yo tenía un trabajo de oficios domésticos, pero por este problema perdí mi trabajo, los señores ya no me quisieron pagar, a causa de eso sufrimos calamidades y hasta pobreza extrema porque no tenemos que comer”, relató Marina Carreto, una de las beneficiadas.
La mujer también teme no poder pagar la renta del cuarto donde vive con su hermana enferma. Antes de la crisis sanitaria por el covid-19 también vendía ropa en la democracia, pero por la falta de transporte no pudo continuar con el negocio.
Marta de la Cruz, de 19 años, llegó por primera vez a la parroquia el 23 de abril, su esposo vendía tacos, pero se quedó sin empleo cuando para prevenir contagios del coronavirus prohibieron las ventas de comida en la calle.
Relató que una persona le dijo que le explicaría como llegar a un lugar donde le darían comida, con asombro constató que es cierto y obtuvo alimentación para ella, su esposo y sus hijos.
“Vine a pie porque en la casa no tengo nada para hacer algo de comida, ni frijoles, ni arroz, no tengo nada”.
Los almuerzos se entregan a partir de las 12.30 horas, previo a la donación se hace un listado, las personas pueden apuntarse personalmente o llamar a la parroquia; para evitar aglomeraciones se dan cinco almuerzos por cada asistente.
“Hay mucha gente del sector informal, mucha gente que vive del día a día, que se ha quedado sin recursos, sin trabajo para llevar un plato de comida a sus casas y a sus seres queridos; hemos tratado de salir en auxilio de estos hermanos nuestros, movidos por el amor de Jesucristo”, expresó Marvin García, párroco.
En promedio cada día se entregan 400 almuerzos, 50 se llevan a domicilio, son para abuelos y personas que no pueden moverse.
Para cumplir con la buena acción, la parroquia necesita un presupuesto diario de Q800 a Q1 mil 200, lo que se reúne por medio de donaciones, algunos vecinos entregan víveres.
“Tenemos dos grupos, uno trabaja la mayoría de los días, realizan los alimentos, y otro dos veces a la semana, obtenemos los recursos por medio de un llamado que hacemos a las personas para que se unan a esta obra de amor, bendito sea Dios se han unido, escucharon el llamado y vienen a solidarizarse. Las personas de buena voluntad se pueden acercar a la oficina de la parroquia o por medio de las redes sociales”, dijo el párroco.