Las propietarios de las casas que fueron cubiertas por arena intentan recuperar algunas pertenencias, a pesar de que en muchos casos han quedado enterradas hasta por dos metros, y durante horas de trabajo, con palas y azadones, han logrado sacar algunas pocas cosas.
Las olas han dañado gran cantidad de viviendas y comercios en La Barrona, Moyuta, Jutiapa. (Foto Prensa Libre: Óscar González)
Un grupo de 30 soldados ha estado trabajando en el área para apoyar a los vecinos a evacuar, así como para desenterrar sus viviendas y cuantificar los daños, además de patrullar en el sector para evitar saqueos.
María Barrientos, de la aldea El Botoncillo, El Salvador-fronteriza con La Barrona- , es una de las personas albergadas junto a su familia en la escuela de la comunidad, donde esperan recibir ayuda para reconstruir su vivienda.
“Hemos perdido todo. Agradecemos a los hermanos guatemaltecos que nos recibieron en sus albergues, porque no tuvimos tiempo de tomar camino para nuestro país, nos quedaba más cerca esta aldea. Nos han recibido bien. Mi esposo ha ido tres días seguidos a desenterrar la casa donde vivíamos, pero en pocas horas el mar vuelve a cubrir la casa. Necesitamos madera y láminas para construir una galera y empezar de nuevo”, expresó Barrientos.
En el albergue de La Barrona se encuentran 70 personas que no pueden regresar a sus casas, porque el mar las enterró, mientras que animales de corral deambulan entre los escombros, porque fueron abandonados por sus dueños.
El área afectada está abandonada casi en su totalidad, y pocas personas llegan a intentar recuperar sus pertenencias, ya que todo está enterrado.
Los pobladores esperan recuperar parte de sus pertenencias, que quedaron sepultados bao la arena. (Foto Prensa Libre: Óscar González)
“Solicitamos al Gobierno y al pueblo que nos ayude con algo, porque la necesidad es grande. Ahora viene la fase de reconstrucción y no tenemos nada con qué empezar. En otros lugares afectados nos cuentan que han enviado maquinaria para retirar los escombros, pero aquí solo los soldados y nosotros trabajamos con palas. Hay muchos niños que están enfermando, por la falta de alimentos y agua”, expresó Sonia Molina, una de las afectadas.
En la comunidad se siente mal olor debido a la acumulación de aguas residuales, que quedaron estancadas y se mezclaron con los escombros, lo que ha generado proliferación de insectos, situación que ha alertado a la población.
Iván Sandoval, otro vecino albergado, comentó: “Mientras que las autoridades aseguran que ya regresó todo a la normalidad, nosotros estamos viviendo con el desastre todos los días, porque por las mañanas y las tardes el mar se mete de nuevo a la aldea. Ya arrasó con 300 metros de playa y sigue avanzando”.
Soldados colaboran con los pobladores que esperan recuperar parte de sus pertenencias dañadas. (Foto Prensa Libre: Óscar González)
“Las viviendas que se encontraban antes a 400 o 500 metros del mar, ahora están recibiendo la fuerza de las olas. Algunos se han aventurado a hacer barreras con costales de arena, pero más tardan en ponerlas que el mar en destruirlas”, agregó.