Playas de arena blanca
Véliz añadió que un paseo por el lugar incluye playas de arena blanca, sitios turísticos comunitarios, cascadas, cavernas, paseos en cayuco —embarcación rudimentaria— y en lanchas tiburoneras; asimismo, navegar por el cañón de Río Dulce, que deja un recuerdo inolvidable, y a la vez apreciar de cerca el puente sobre este afluente, considerado el más largo de Centroamérica.
Añadió que Lívingston es un municipio pequeño y la unidad de su gente lo hace más seguro. “Aquí convivimos las etnias q’eqchi’, garífunas, hindú, ladinos, mestizos, culí y extranjeros de varias partes del mundo, por lo que vivimos del turismo y todos los días nos esforzamos por ser mejores”, resaltó Véliz.
Evaristo Aldana, vecino, mencionó que la mayor atracción es la etnia garífuna, y la belleza escénica de Lívingston hacen que el viaje sea extraordinario.
Indicó que hay hoteles a precios módicos, artesanías, música reggae y toda clase de opciones para pasarla bien, en compañía de la familia y amigos.
Aldana agregó que Lívingston cuenta con dos playas cercanas —Barique y La Capitanía—, que están separadas por un kilómetro de distancia, en las cuales el visitante podrá disfrutar de un baño y apreciar la belleza que rodea a La Buga, como se le conoce a este municipio, en cuyo parque se observa un estanque que sirve de hábitat para cuatro cocodrilos.
Rogelio Avendaño, poblador, dijo que los habitantes —en su mayoría— hablan varios idiomas, por lo que sirven de intérpretes y guías para los visitantes.
Roberto Garrido, turista nacional, resaltó que viajó a este lugar motivado por conocer su gente morena y sus costumbres. “Me la he pasado de maravilla y quedé invitado a regresar”, aseguró.
Garrido comentó que lo que más le gustó fueron los platillos de camarones al ajillo y el tapado, así como el recorrido en lancha por el cañón de Río Dulce y Lagunita Salvador, cuyo capitán narró la historia del lugar y las clases de animales que encontraban a su paso.
Vía marítima
Lívingston solamente es accesible vía marítima, por lo que las lanchas colectivas viajan en horario fijo desde Puerto Barrios, a las 7, 11, 14 y 17 horas. En ocasiones, alguno de los horarios puede variar si no hay suficiente pasaje, ya que el transporte lleva más o menos a 20 personas.
Regularmente se cobra Q35 por pasajero.
El precio de viajes privados queda a discreción del capitán de la lancha.