“En lo que va del año he entregado más de 10 mil arbolitos a estudiantes y campesinos que los han solicitado. Mi meta es ambiciosa, pero tengo la esperanza de poder cumplirla, porque la temporada de siembra apenas comienza con la llegada del invierno”, remarcó.
“Me dio mucha tristeza cuando me enteré de que enemigos de la naturaleza habían cortado más de 500 árboles en la cuenca del río Selegua, zona 9 de la cabecera, porque allí se llevaron a cabo jornadas de reforestación hace algunos años. El mensaje para esas personas es que si no plantan árboles, no los corten”, resaltó.
Manifestó que la conservación de las fuentes hídricas es importante, porque sin agua ni bosques no se puede garantizar la vida, y el problema es que no se ha querido dimensionar la gravedad de esa situación.
De acuerdo con Alfaro, es penoso leer noticias en los periódicos de que ríos, lagos y nacimientos de agua se están secando, no solamente por la falta de árboles, sino por el cambio climático. “Las autoridades deberían de accionar con más drasticidad en contra de taladores ilegales”, refirió.
Plan complicado
Según Rolando Gómez, de la Fundación para la Conservación y el Ecodesarrollo (Fundaeco), la pérdida forestal en el país es de 35 mil hectáreas anuales de bosque para madera y leña. “Este es un panorama complicado ambientalmente, porque las consecuencias son graves”, dijo.
El funcionario aseguró que las acciones en favor no solo de este departamento, sino del país, ha sido del todo sustentables en comparación con la explotación de recursos que se tienen a diario, y por eso los problemas que ya se viven son de una sociedad que no tiene conciencia de la importancia de implementar proyectos de conservación y recuperación.
Para Mynor Palacios, delegado regional del Instituto Nacional de Estadística, Huehuetenango ha mejorado la cobertura, pues se recupera más de lo que se corta, sin embargo en Quiché es a la inversa, ya que el 95 por ciento de tala es ilegal.
Resaltó que la dinámica de cobertura forestal para el departamento señala que cada cinco años se pierden 29 mil hectáreas, pero solamente en Huehuetenango se recuperan siete mil al año, por lo que tiene números positivos, lo que no significa que algunas regiones sean severamente afectadas, porque se corta donde la masa boscosas no es débil.
Incentivos
El experto indicó que las cosas pueden cambiar porque hace 15 años se perdían tres mil hectáreas de bosque y ahora se gana por programas de incentivos forestales y otras formas como los que abandonan sus tierras por migración.
De esa cuenta, naturalmente se regenera el bosque, y además porque hay conciencia en los campesinos a la hora de efectuar sus rozas para sembrar.
Por último, Palacios indicó que iniciativas como las de Olga Marina Alfaro de Méndez son una fortaleza que permite acciones puntuales de reforestación. “Es considerada un ejemplo, pues no pone barreras a su deseo de heredar un futuro mejor a las nuevas generaciones”, explicó.