“Los menores necesitan canalizar sus energías a través del juego, pero en esta ciudad hay pocas opciones para eso”, agregó.
Señaló que en la actualidad solo funciona un parque infantil en El Calvario, zona 3, y que años atrás se podía utilizar el de la escuela tipo Federación, pero debido a la delincuencia autoridades educativas circularon el plantel y el área de juegos quedó abandonada.
“Los campos ahora se utilizan para parqueo y no para sitios de distracciones, y así evitar que los niños pasen mucho tiempo frente a la televisión, videojuegos, teléfonos y computadoras”, explicó.
La profesional lamentó la falta de actividades recreativas, porque eso permite el acoso escolar en los centros educativos.
“A esto se debe sumar que muchos niños tienen problemas en el hogar y descargan esas energías con sus compañeros”, dijo.
“Los primeros efectos de estrés en un niño se pueden detectar por bajo rendimiento académico, cansancio físico y porque no quieren ir a clases”, comentó.
Fredy Sosa, director de la escuela Corral Chiquito, donde estudian 516 niños, lamentó no contar con espacios para recreación.
“Afecta la salud mental y física de los niños, porque no tienen donde jugar, eso puede desarrollar un trauma”, señaló.
Añadió que por el estrés algunos estudiantes desarrollan hábitos de violencia, descuidan sus tareas y perjudican la calidad educativa de sus compañeros.
Vulneran derechos
Érick Villatoro, de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), considera que la falta de espacio para recreación atenta contra los derechos de los niños.
“Es un tema que debe ser de interés para los alcaldes que asumieron el cargo”, comentó Villatoro.
Gabriela Méndez, madre de familia, recuerda que en su niñez las cuerdas formaron parte del juego, las calles se utilizaban para correr y practicar otras actividades; sin embargo, el crecimiento de la ciudad ha absorbido esos espacios.
“Como padres debemos estar pendientes de nuestros hijos, para evitar que este tipo de dificultades causen daño en su salud”, recomendó Méndez.