Herrera señaló que en el pasado los pobladores creían que si un jinete moría durante la carrera era un presagio de que sería un buen año para las cosechas, la salud y la abundancia en el pueblo.
De acuerdo con el poblador Fortunato Pablo Mendoza, uno de los puntos más importantes del evento ocurre cuando los participantes comienzan a beber licor —el 31 de octubre por la noche—, porque tiene connotación de convivencia.
La carrera se desarrolla en una pista improvisada sobre la calle de tierra que da al cementerio, la cual es circulada con madera, para evitar accidentes y permitir que los animales tengan suficiente espacio para desplazarse a gran velocidad.
El evento no es una competencia, pues forma parte de un ritual que se relaciona con la espiritualidad, valentía y destreza física, ya que a los caballos no se les colocan frenos.
Preparativos
La preparación del evento se hace con tres meses de anticipación, y la noche del 31 de octubre se efectúan ceremonias mayas, en las que integrantes de la cofradía piden permiso a la madre tierra para participar en la carrera y como ofrenda ofrecen sangre de gallos.
La carrera, en la que los jinetes utilizan el traje ceremonial, comienza a las 6 horas y concluye a las 18, tiempo durante el cual la pista es rodeada por decenas de turistas nacionales y extranjeros, que admiran cómo los participantes desafían a la muerte, pues, aparte de la velocidad a la que se desplazan, ninguno de ellos conoce al caballo que monta, porque la mayoría son alquilados.
En la actualidad, el alquiler de un caballo cuesta Q25 por vuelta o hasta Q2 mil por todo el día, aunque ese precio puede variar según la calidad y procedencia del ejemplar.
Inversión
Cada año un vecino decide hacerse cargo de la organización de la actividad e invierte cerca de Q30 mil en música y bebidas.
Víctor Hugo Villatoro, de la Red Nacional de Turismo Rural de Guatemala, explicó que no se trata de una carrera, sino de una actividad espiritual, que sirve para demostrar las habilidades de los vecinos.
Afirmó que es importante conservar esa tradición, la cual debe ser vista como una demostración cultural, que es admirada por más de 20 mil turistas de diferentes partes del mundo.
Refirió que los residentes ofrecen a los viajeros servicios de alimentación y artesanías. Además, se promueve el uso de viviendas para hospedaje, con el propósito de que los visitantes conozcan más sobre la cultura del pueblo.