Su jornada de trabajo la suspendía para ingerir sus alimentos, pero si la venta era baja, regresaba hasta las 22 horas al cuarto que alquila.
Como todo joven, con sueños e ilusiones, Miguel se levantaba cada día en busca de un futuro mejor y esperaba que su clientela adquiriera sus productos.
En mayo último, en la página web de Prensa Libre se dio a conocer su historia, lo que motivó a que en el Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) se le diera la oportunidad de un empleo formal.
“Cuando sonó mi celular y me dijeron que era de parte del Inguat, pensé que era para regalarme una silla de ruedas, pero me alegré cuando me dijeron que era para darme trabajo”, manifestó Miguel, quien cada mañana llega al área de almacén de la referida institución, donde trabaja en la clasificación de material que es enviado a otros países para promover el turismo.
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En su área de trabajo lo acompaña el volumen de un radio y sus compañeros, pero sobre todo su voluntad para hacer bien su trabajo. “Aprendió luego el trabajo”, dice su compañero José Ángel Trujillo.
El joven afirma que desea continuar sus estudios, “estoy contento que me tomaron en cuenta. Agradezco al Inguat por esta oportunidad”, refiere.
Planes de vida
Entre sus planes está ayudar a su familia, integrada por siete hermanos y sus dos padres. También tiene planes de casarse con su novia, con quien tienen tres años de relación.
Jorge Mario Chajón, director del Inguat, afirmó que están contentos con la labor de Miguel y que es importante tomar en cuenta a las personas con capacidades diferentes, pues tienen potencial para engrandecer el país.
Agregó que como sociedad aún falta trabajar para crear mejores condiciones para este sector de la población.