Pérez cuenta que Vilma soñaba con graduarse de Bachiller en Ciencias y Letras, trabajar y seguir estudiando en la Universidad.
“Siempre me decía que su anhelo era trabajar para comprar una vivienda y apoyarme para llevar el sustento a sus otros cuatro hermanos menores. Ahora no sé qué voy hacer, pues no solo perdí a mi hija sino también todas mis cosas, pues la casa quedó destruida”, refirió.
Pérez comentó que es originaria de Jalapa, pero que desde hace ocho años decidió migrar a la capital para brindarle una mejor calidad de vida a sus hijos.
Los restos de la adolescente son velados en la iglesia católica San Antonio de Padua, del referido barrio y el sepelio será este domingo en el cementerio La Verbena, zona 7.
Desconsuelo
La tristeza, incertidumbre y desconsuelo también invaden a las otras seis familias del asentamiento Los Pocitos, que resultaron damnificadas por el desastre natural.
Marta Pauchic, contó que antes del derrumbe escucharon varios retumbos, pero no imaginaron que una gran porción de tierra caería sobre las viviendas.
Carlos Pocaal, afectado, cuenta que tres de sus familiares resultaron heridos al tratar de rescatar a la niña.
“Me encontraba con mi hija Vilma Esperanza —17 años— en la sala, cuando escuchamos un fuerte temblor, por lo que le pedí que saliera, pero en ese instante ocurrió el deslizamiento de tierra. Pedí ayuda a los vecinos, pero ya nada pudieron hacer para rescatarla”, expresó Zoila Pérez, madre de la menor fallecida.
“En el momento que ayudábamos a los bomberos a rescatar a Vilma se registró un segundo deslave que arrastró varios metros a los socorristas y a mis primos que resultaron con golpes y heridas”, expresó.
A criterio del vecino Pedro Hernández, el deslave se produjo como consecuencia de la instalación de una tubería por parte de una familia en la parte de arriba del barranco, lo cual habría filtrado agua a la tierra.
“Pedimos a las autoridades que nos trasladen a un lugar seguro, pues somos familias pobres y no podemos pagar más de Q200 por alquiler”, enfatizó.
Pero la tristeza no ha sido el único sentimiento que aflora. Muestras de apoyo y solidaridad se vieron ayer cuando varios vecinos del mismo barrio acudieron con alimentos para los afectados y ofrecieron refugio mientras se soluciona el problema.
Las dos casas destruidas estaban edificadas con madera, adobe y láminas, dijo la presidenta del asentamiento, Teresa Zúñiga, quien agregó que en ese lugar la mayoría de familias alquilan y no cuentan con energía eléctrica.
“El 90 por ciento de las familias afectadas tienen entre seis meses y dos años de vivir en este lugar, el cual fue declarado área de riesgo por las autoridades”, dijo Jessica Aguirre, de la Coordinadora Local para la Reducción de Desastres Anexo Bomba, zona 6.
Inhabitable
Abraham Marroquín, representante de la Conred, indicó: “Este lugar fue declarado desde hace varios años como área inhabitable, porque es una ladera”.
Ennio Galicia Muñoz, ministro de Desarrollo, visitó el lugar y dijo que se habilitó un albergue en el salón municipal del Barrio San Antonio para que las familias damnificadas puedan permanecer ahí mientras se busca una solución a corto plazo.
Axel Romero, viceministro de Gobernación, dijo que desde el momento que ocurrió el desastre un grupo de agentes de la comisaría 12 de la Policía Nacional Civil se encuentran en el lugar.
“Tres agentes se encargarán de garantizar la seguridad de las familias y de sus bienes materiales, los cuales aún se encuentran en sus viviendas”, añadió.