La menor convulsionó cuando tenía 22 días de nacida y fue sometida a una cirugía. Según la madre, la anestesia también afectó a su hija.
Padece anemia
“En mi hora de almuerzo vengo a la casa y cambió de ropa a mi niña”, manifiesta Marina, quien padece de anemia severa, por lo que actualmente está en tratamiento.
Por un momento se queda callada, luego indica que su jornada laboral es de 12 horas de lunes a sábado, pero el amor a sus hijos la motiva a seguir adelante. “Le pido a Dios que algún día mi hija camine y hable”, manifiesta.
El drama continúa, pues Gilmer Miguel González, 18, hijo de Marina, es sordomudo.
Miguel sufre de convulsiones desde que tenía 11 años, y aunque ha recibido tratamiento, el problema continúa.
La madre afirma que su hijo nació sordomudo y que actualmente se le ha dificultado llevarlo al médico por cuestiones económicas.
Apoyo
Mientras la madre trabaja, su otro hijo de 13 años se encarga de hacer algunos de los oficios de la casa y cuida de Wendy y Miguel, aunque Marina se encarga del aseo personal de ambos, ya que la menor utiliza tres pañales diarios.
Debido a la anemia, la madre de familia estuvo nueve meses suspendida de sus labores y su condición económica es difícil.
Ante esta situación, su hijo mayor consiguió trabajo recientemente, con el fin de apoyarla en los gastos del hogar.
“Abandonar a los hijos es pecado, le pido fuerzas a Dios para luchar por ellos”, culminó Marina.
Las personas que quieran ayudarla pueden comunicarse al teléfono 3192-6159, después de las 5 de la tarde.