Alicia Juárez, lideresa del vecindario, dijo que en el lugar viven más de cien familias y que todo transcurre con normalidad y sin mucha delincuencia, pero como cualquier otro barrio tienen necesidades que no son atendidas por la municipalidad.
Juárez resaltó que el barrio luce “bonito” por sus calles angostas y empinadas con gradas y pasamanos, pero es gracias al esfuerzo de los vecinos. El trámite en la anterior gestión municipal duró tres años y a finales del 2016 la comuna gestionó con una empresa privada y puso mano de obra para pintar las casas.
En el barrio hay falta de iluminación en la calle más empinada, donde hay un centenar de gradas, que representan peligro para las familias que caminan de noche en el sector. Agua reciben cada dos días y el drenaje está desatendido, varias tapaderas están dañadas.
Juárez agrega que la calle que rodea el barrio es de tierra y en tiempos de lluvia se complica por el lodo. Hay un sector que se ha ido socavando, por lo que es latente un posible derrumbe que podría afectar a una decena de viviendas; además, no hay presencia policial, pese a que a que a cinco cuadras del barrio hay una sede de la Policía Nacional Civil.
“Estamos olvidados. Pedimos a las autoridades que se pongan la mano en la conciencia y que busquen solución a nuestros problemas. Los vecinos pedimos que pavimenten la calle de acceso y la respuesta fue que es privada, lo que no es cierto. La municipalidad debe valorar que es una calle que da acceso al municipio y que podría ayudar al problema de congestionamiento”, dijo.
Juárez lleva 27 años de vivir en el barrio y el lugar ha cambiado para bien, con una vista diferente a la carretera hacia el occidente. “El miedo es que haya un derrumbe, pero gracias a Dios han pasado inviernos y no ha ocurrido”, dijo.
Más de medio siglo
Berta Isabel Morales, vecina del lugar, cuenta que la urbanización del barrio comenzó hace más de 50 años. Recuerda que el terreno que cubre toda el área era propiedad de su abuelo, Socorro González, quien hizo el trazo de las calles en un área que, según ella, por su topografía era poco habitable.
“Toda mi niñez transcurrió aquí. Soy testigo del cambio del lugar, ahora es un lugar bonito y muy tranquilo. Se dan algunos inconvenientes cuando vecinos que están en la parte más alta, por descuido o falta de conciencia, dejan caer el agua y sale a las calles y da mal aspecto”, dijo Morales. Otro de los problemas es cuando llueve fuerte, pues el agua corre por las calles e impide salir de las viviendas, añadió.
Otra vecina indicó que el problema que afronta el barrio es una tienda que se localiza al otro lado de la calle principal, en el barrio Tierra Blanca, donde se vende licor.
“En las noches se ven jóvenes desconocidos en las gradas que beben y fuman, y como no hay presencia de la Policía da temor caminar en los callejones”, dijo.
Marilyn García paga Q800 de alquiler por una habitación en el sector. Hace un esfuerzo extra al caminar en el barrio, pues tiene problemas físicos en una pierna, secuelas de la poliomielitis que sufrió de niña.
Thelma Aracely Popol, Jerónima Álvarez y Nicolás Aguirre, son otros vecinos del barrio, quienes destacan la buena convivencia que hay entre los residentes del barrio.
Sin proyectos para vencidario
Mynor Espinoza, vocero de la Municipalidad de Mixco, informó que no hay proyectos contemplados para este año para el barrio El Cenicero, ya que la mayoría de callejones o calles son de paso y dentro de propiedad privada.
“No permite realizar obra municipal, ya que tiene que ser entregado primeramente el camino a la comuna para que se aprueben las obras de pavimento, drenaje o adoquinamiento”, dijo Espinoza.
Agregó que en ese sector hay unas 50 casas y que la urbanización se desarrolló después del terremoto de 1976.
“Tenemos contemplado adoquinar 70 calles, si todo va bien se contemplarán trabajos en este sector”, dijo el vocero.