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En una ocasión fue trasladado a un albergue municipal de la zona 21, en ese lugar lloraba y se mantenía inquieto, por lo que lo regresaron al teatro, donde nuevamente se le vio con energía y caminar por los jardines.
Con el tiempo, más trabajadores le tomaron cariño, pero algunos directivos del teatro no estaban de acuerdo con su estadía. En cierto momento un trabajador lo adoptó y se lo llevó a su vivienda en la zona 1, aunque “Solovino” nunca estuvo contento en esa vivienda y en su desesperación intentó lanzarse de una terraza para escapar.
Vigilante
María Luisa Liscutín, voluntaria en el albergue municipal de la zona 21, ha conocido de cerca la historia del can y refirió que hubo un tiempo en que los directivos del teatro se oponían a que viviera en el lugar, al argumentar que era agresivo y había mordido a una persona.
“Solovino es un perro mestizo que llegó de la calle, pero que nunca ha mordido a una persona, se les pidió que mostraran al afectado, pero nunca lo hicieron, lo que sucedió fue que una noche ingresaron unos ladrones para tratar de robar en las oficinas del teatro y cuando el perro los descubrió les ladró y le tiraron piedras, entonces tuvo unos días en que mostraba agresividad hacia ciertas personas”, refirió.
“Solovino” ahora durante las noches cuida las instalaciones del teatro, para alertar a los guardias si pretenden ingresar delincuentes.
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Para evitar cualquier incidente, “Solovino” fue trasladado a un área especial del teatro, donde no tiene contacto con los visitantes, pero si con los jardineros y personal de mantenimiento. Para demostrarle cariño al perro, algunos trabajadores se organizaron y le compran concentrado, mientras que una veterinaria lo adiestra sin ningún costo.
Área especial
La voluntaria refirió que para asegurar la estadía del perro se pidió una audiencia con autoridades del Ministerio de Cultura y Deportes, quienes autorizaron que “Solovino” permaneciera en el centro cultural.
“Se le tuvo que castrar porque tuvo dos camadas con dos perritas, en total hacen treinta cachorros, han intentado llevarse a “Solovino”, pero siempre regresa”, precisó.
Liscutín le paga los gastos por servicios veterinarios y alguien más le dona baños en jacuzzi.
“Cuando han habido cocteles el llega al loby y se sienta, espera que alguien le de algo de comer y se sienta de nuevo a esperar, es un perro muy educado que no le hace daño a nadie. Es feliz en el teatro, es su casa”, puntualizó.
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