El diseño consiste en un ventilador asistido que insufla el volumen de aire seleccionado por el personal médico, con un control electrónico y monitorea la presión en todo momento, si esta alcanza el nivel máximo, se activa automáticamente el brazo robótico que controla la insuflación para evitar que se eleve aún más.
Actualmente el artefacto se encuentra en fase de calibración, faltan las pruebas de validación para uso de tecnología biomédica de emergencia, el costo es cien veces menor que un ventilador comercial y ofrece una alternativa viable para tratar de salvar valiosas vidas.