“El río trae desechos y hasta cadáveres del basurero de la Ciudad de Guatemala”, cuenta a EFE Migdalia Hernández, una profesora maya que vive en San Antonio Las Flores, una comunidad convertida en el drenaje de la capital del país.
Hernández y 1 mil 200 familias de esta aldea viven rodeados por tres ríos contaminados y solo tienen agua una vez a la semana, que a duras penas alcanza para cubrir sus necesidades.
Similar crisis vive Magdalena González, en San Pedro la Laguna, a orillas del lago de Atitlán, en el oeste de Guatemala, donde solo llega agua tres veces por semana.
La historia se repite, incluso, en el corazón de la Ciudad de Guatemala en zonas residenciales, donde el servicio no es regular.
Guatemala es un país lleno de recursos hídricos pero donde 6 de cada 10 hogares no tienen agua potable y 5 de cada 10 no están conectados a la red de drenajes, según datos de Naciones Unidas de 2021.
Buscan alternativas
“No hay autoridad que responda a la crisis”, cuenta Hernández con molestia.
Los vecinos de San Antonio Las Flores, una aldea del municipio de Chinautla, en la periferia de la capital guatemalteca, han tenido que ingeniarse su propio sistema de distribución para obtener agua.
En 2022, los vecinos, la mayoría albañiles, taxistas, guardias de seguridad y costureras, reunieron fondos para conectar sus casas a un nacimiento de agua en las montañas que los rodean, lejos de la contaminación del río Las Vacas.
El caudal espeso y marrón de las Vacas lleva unas 9 mil toneladas anuales de desechos sólidos procedentes de la Ciudad de Guatemala e invade con un fétido olor las casas de quienes viven a la orilla de este río de aguas negras.
“El municipio no arregla nada, nosotros tenemos que ingeniar soluciones para tener agua”, dice Enrique Monroy, un vecino de 52 años de San Antonio Las Flores.
Monroy, ante la escasez del agua, construyó su propio pozo de 25 metros de profundidad en el patio de su casa y así abastece a su familia desde hace 4 años.
Lagos en peligro
“El lago está enfermo y se va morir”, dice Magdalena González mientras llena dos costales con botellas, jeringas y todo tipo de plásticos encontrados en la orilla del Atitlán.
El Atitlán es un lago rodeado por tres volcanes y el segundo más grande Guatemala con 130,1 kilómetros de extensión en el departamento (provincia) de Sololá, en el oeste del país.
González es parte de un grupo de 300 mujeres mayas tz’utujiles que desde 2009 realizan jornadas voluntarias para retirar desechos sólidos de la playa de San Pedro La Laguna, ubicado en la cuenca del lago.
El Atitlán, endiosado por miles de turistas extranjeros, sufre un serio deterioro ecológico a raíz de aguas residuales, desechos sólidos, escorrentía agrícola, entre otros problemas que preocupan a las comunidades que lo habitan.
“Para nosotras el lago Atitlán es como nuestra madre, tenemos una conexión muy fuerte”, explica a EFE Nancy González, quien coordina a las mujeres que se han organizado en defensa del agua.
En los bares, hoteles y restaurantes del pueblo, abarrotados por visitantes, el agua no es un problema, pues el servicio es constante por ahora.
En contraste, en las casas de los pobladores originarios el líquido apenas llega tres veces por semana y en cantidades mínimas, según denuncias las mujeres indígenas que aseguran ser las más afectadas por la creciente crisis.
La crisis golpea a la capital
La ciudad de Guatemala no se escapa de la creciente crisis y desde hace años, vecinos de colonias populares en el centro y norte de la urbe han comenzado a denunciar la escasez.
“No podemos cocinar, bañarnos o lavarnos las manos”, dice a EFE Aarón Aguilar, vecino de la colonia Ciudad Nueva, donde al menos 400 casas sufren de un servicio irregular de agua potable desde 2019.
Aguilar asegura que la Municipalidad de Guatemala ha justificado racionar el agua dos veces por semana diciendo que “se está agotando a nivel nacional”.
No obstante, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OPS), Guatemala produce 97 mil millones de metros cúbicos de agua, cantidad que está por encima de la media mundial.
“En los últimos años han construido tres gigantes edificios en la colonia y uno hasta piscina tiene”, explica Aguilar mientras señala el complejo de apartamentos de 14 pisos que construyeron a una cuadra de su residencia.
Pese a la situación del agua, la municipalidad de Guatemala autorizó 3 mil 307 construcciones de edificios habitacionales en la capital en los últimos 10 años, según datos solicitados por EFE.
Las comunidades indígenas y habitantes de la urbe más grande de Guatemala alertan una creciente crisis en un país donde no existe una ley nacional de aguas y en los últimos 30 años han fallado siete intentos legislativos por reglamentar el uso del agua.
En 2021, Naciones Unidas publicó que si Guatemala administrara correctamente el agua podría ofrecer 31 litros diarios a cada uno de sus habitantes. EFE