Petén tiene una extensión territorial de 35 mil 854 kilómetros y cuya selva está al cuidado de guardabosques de organizaciones no gubernamentales y de al menos 450 personas del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), que no cuentan con los suficientes recursos para movilizarse.
Desde 2022 a la fecha, cuatro guardabosques, dos de Conap y dos de la Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación, (Fundaeco), han renunciado y se adhirieron a un programa de migración que les ofrece la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), instancia que protege a las personas forzadas a huir de sus hogares. El beneficio incluye a sus familias para que no sean víctimas de represalias. Otros expedientes están en proceso.
“A los guardabosques los amenazan los taladores y los cazadores, porque con la ayuda de nosotros han detenido a varios de los que cortan las maderas y son llevados a la cárcel, pero la ley es muy suave y quedan libres, luego buscan a quienes estuvieron en el operativo y los amenazan”, dice Francisco Asturias, director de Fundaeco en el área de Petén.
Codiciada
Los guardabosques tratan de preservar los árboles de caoba, cedro, pinto y roble, por ser maderas más traficadas. Sin embargo, en los últimos años se han concentrado en cuidar el árbol de granadillo, debido a que su madera está en peligro por ser utilizada para acabados de lujo en vehículos y yates. También es resistente a los hongos, pero especialmente porque tiene propiedades acústicas iguales al hormigo que se utiliza para la elaboración de la marimba, por lo que es codiciada para la fabricación de instrumentos musicales de percusión, guitarras y clarinetes.
Los traficantes pusieron la mirada hacia esta madera desde el 2018 cuando las autoridades reportaron las primeras capturas en la frontera México-Guatemala.
A la fecha han sido detenidas 13 personas por talar el árbol de granadillo, aunque todas recobraron su libertad mediante medidas sustitutivas.
Los detenidos, según ambientalistas, solo son taladores que son enviados por los traficantes e ingresan por las comunidades de Calakmul y Balamku, las cuales pertenecen a territorio mexicano pero son limítrofes con el Parque Nacional Mirador en San Andrés, Petén.
Las capturas se reportaron mediante operativos entre guarda recursos en conjunto con la Policía Nacional Civil (PNC) y el ejército. las penas por la tala ilegal en Guatemala van de 1 a seis años de prisión, y multas de Q2 mil a Q50 mil según la gravedad del delito.
Los taladores según la PNC, montan campamentos y esperan que los guardabosques se alejen para talar los árboles, se les ha decomisado sierras eléctricas y vehículos en los que se conducen que por lo general son cuatrimotos. No obstante, los agentes confirman que luego de los operativos los guardabosques quedan sin ningún tipo de resguardo y reciben amenazas por parte de los señalados.
Patrullar en el “corazón de la selva maya” no es fácil afirma Asturias, si se suman las condiciones climáticas en las que se debe laborar porque a veces es difícil contar con transporte y alimentación.
“La misma necesidad provoca que familias de escasos recursos se presten para colaborar con los traficantes, cortan o marcan los árboles por cien quetzales para que después lleguen los taladores”, afirma Asturias, quien ha trabajado 30 años en la selva de Petén.
Extracción
Un agente de la División de Protección a la Naturaleza (Diprona) afirma que décadas atrás, estas maderas eran extraídas por las mafias asiáticas en África. Sin embargo, al no encontrar más materia prima se trasladaron a otros continentes y encontraron el nicho de este material precioso en la selva petenera.
Un guarda recursos de Conap asignado en Petén y que prefieren omitir su nombre, afirma que el personal es escaso para cubrir “vastas extensiones de selva” y por ahora se contrataron 160 personas más por dos meses, mientras sofocan los incendios forestales, posteriormente el personal para vigilar las áreas protegidas será el mismo y tampoco hay remplazo para los que se jubilan.
El guarda recursos también confirma que hay varios de sus compañeros que quieren renunciar y adherirse al programa del Acnur para salir del país, al afirmar que “nadie les garantiza su seguridad”.
“Las amenazas son personales o por medio de mensajes, incluso nos han amenazado personas que trabajan en instituciones o en las alcaldías”, señala.
El entrevistado sostiene que que la intención de los trabajadores no es buscar pretexto para que se les otorgue una visa y los casos son reales.
Tráfico
La zona sur de Petén ha sido una de las más vulnerables al contrabando de maderas preciosas, y para contrarrestarlo se organizan operativos en conjunto entre agentes de Diprona y personal del Ejército, han asegurado los jefes ediles.
También hacen operativo en áreas de la Biósfera Maya, en la zona conocida como San Miguel La Palotada, en San Andrés, donde se instaló un centro de operaciones.
Esta región no solo es el blanco de traficantes que buscan maderas, sino quienes quieren lucran con la vena de pichones y felinos cachorros, aunque para eso tengan que derribar árboles según información de la organización Arcas.
Aparte del tráfico ilegal, los animales silvestres que viven en las selvas peteneras también son afectados por la caza furtiva y el avance de la frontera agrícola.