“Esteban es una gran ayuda para nosotros, porque gracias a su experiencia e instinto ha excavado en las áreas donde se han encontrado varios cuerpos que quedaron soterrados por el material volcánico”, dijo un socorrista.
Chávez es originario de Palín, pero tres días antes de la tragedia había llegado a vivir a esa comunidad.
“El día de la tragedia salí temprano a visitar a mis nietas que viven en la cabecera de Escuintla, el volcán había pasado toda la noche haciendo erupción, pero nunca imaginé lo que pasaría. Me salvé de milagro”, relata.
Manifestó que a pesar de que fue poco tiempo el que vivió en este lugar, conoció a muchas personas que ahora están desaparecidas, por eso decidió unirse a la labor de los rescatistas.
Chávez añadió: “No busco aprovecharme de la tragedia, pero necesito ayuda ya que no tengo trabajo, ni donde vivir. He buscado apoyo en los albergues, pero me lo niegan porque no era originario de Los Lotes”.
Testimonios:
“Me dejaron sola con mis comunidades”
Rosa Chacón, de 62 años, lideresa de La Reina y San Miguel Los Lotes
Presentí que algo malo venía, porque desde las siete de la mañana empecé, junto a otro compañero, a monitorear el volcán. Como líder de las comunidades me sentí obligada a estar al tanto y con sirena en mano empezamos a evacuar a unas familias con buses y picops.
Sacamos a varias familias, pero lamentablemente las autoridades nos dejaron solos con nuestra gente, no tuvimos ayuda de nada. La destrucción fue en un cerrar y abrir de ojos y mi compañero por salvar a otras personas dejó su vida.
Solo me acuerdo de que estaba en San Miguel Los Lotes, la lava se venía encima de la comunidad, la gente gritaba y gritaba, intenté salvar a otros, pero no pude. Me resigno a pensar que hice lo correcto, soy humana, tengo mis limitantes y temores.
Debí abandonar el lugar, porque sé que puedo seguir ayudando a las personas rescatadas, por lo que me hice cargo de uno de los albergues, donde tenemos más de 650 personas.
Siento un gran dolor, desde ese día cierro mis ojos y lo que tengo son pesadillas, porque quizá, pienso, pude hacer algo más por mi gente.
He estado pendiente de la situación después de la tragedia. Los afectados vivimos una situación traumática, pero he tratado de superarla, porque la gente confía en mí y he tratado de darles aliento.
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Les digo que ya pasó y que se va a tranquilizar, pero no tengo palabras cuando me dicen: doña Rosa, qué va pasar con nosotros ahora, nos quedamos sin ropa ni techo.
No tengo respuesta, porque quedé en las mismas condiciones, con la diferencia de que toda mi familia está a salvo.
Yo no tengo una respuesta del alcalde ni de nuestro presidente, porque ni siquiera se han hecho presentes a este albergue, donde cada persona tiene una historia de terror.
El señor alcalde ha entregado ayuda a personas de comunidades donde no hay daños, quienes no quisieron salir porque tiene sus casas de niveles; mientras que no ha venido donde está la gente que más lo necesita.
“Por mi hijo chiquito estamos vivos”
Delfina Sunum, vecina de La Reina
Dios y mi hijo nos dieron otra oportunidad de vida. En medio de la tormenta yo no quería salir de donde vivía, les dije a mis tres hijos: si vamos a morir, moriremos aquí con toda la familia.
Mis hermanos me llamaron, me decían que tenía que dejar mi casa, porque si salimos con vida sería un testimonio de vida y de ejemplo para otras personas.
Tampoco les hice caso, pero cuando mi hijo, el más pequeño -8 años-, me dijo ¡Vamos mamá, yo soy apenas un niño y tengo mucho por vivir, pero voy a morir porque ustedes no se quieren ir! tomé la decisión de salir y gracias a Dios estamos con vida.
Salimos de la casa, el cielo estaba cubierto de humo gris y la lluvia de arena era fuerte. Escuchábamos gritos de las personas que viven en la comunidad que está cerca de nosotros, San Miguel Los Lotes, porque el lugar se estaba cubriendo de lava.
Mi hijo tenía razón. Hay muchas cosas porque vivir. Dios tiene un objetivo para cada uno de nosotros, porque todo lo que está en la Biblia se está cumpliendo, quizá quiere que entreguemos nuestra vida a nuestro señor Jesucristo.
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Mi casa no tuvo mayores daños, pero el fuerte olor a azufre nos pudo haber afectado. Venir al albergue nos pone muy tristes, porque es un lugar donde hay dolor, mucha gente perdió a sus seres queridos.
No quiero regresar a la comunidad, porque vivimos en un lugar de peligro, temo por la vida de mis hijos. Más ahora, con todo lo que sucedió, las láminas del techo de mi casa se picarán, necesitamos ayuda para hacer una vivienda.
Siento temor, porque mi esposo regresó a nuestra casa. Escuchamos las noticias de que el volcán de nuevo empieza a entrar en erupción y por nuestras mentes pasa lo peor.
Hemos hablado con él, se siente triste y desolado en la comunidad, pero no quiere regresar porque hay personas de mala fe que están ingresando a las casas para robar.
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