Durante el día, los hombres de Villas del Palmar cuidan sus viviendas porque en anteriores ocasiones han sido saqueadas. Por la noche regresan al albergue habilitado en el salón polideportivo, donde han sido acomodadas 20 familias.
Los niños juegan en el agua estancada, que está caliente y en la cual proliferan mosquitos y zancudos. Además, algunos vecinos afirman haber visto serpientes, lo cual les preocupa.
La mayoría de familias permanecen en sus viviendas, y quienes pueden lavan ropa con la poca agua limpia que les regalan en otros sectores.
Algunas perdieron sus camas y otros enseres en la inundación, y muy pocas pudieron sacar ropa.
En Villas del Palmar residen unas 35 familias. Las viviendas son de madera, nailon y palma, y no cuentan con energía eléctrica.
Sandra Isabel Figueroa Monjes, vicepresidenta del Consejo Comunitario de Desarrollo Urbano y Rural (Cocode) de Los Laureles, comentó que 50 familias fueron damnificadas en esa colonia y no han recibido suficiente ayuda estatal.
Figueroa Monjes y Wálter Orlando Hernández, tesorero del Cocode, levantan un censo de las familias afectadas y la cantidad de integrantes de estas, mientras esperan que les provean de víveres.