“Todo comenzó con mi bisabuela, quien junto a otros vecinos elaboraban el tiste, y considero que ahora somos los únicos que continuamos con la tradición de elaborar de manera artesanal esa refrescante bebida, que le quedó como legado a mi madre Claudina Monzón Ortiz, 88, quien a pesar de su edad aún muele con piedra los ingredientes”, agregó.
Monzón asegura que con el paso del tiempo el interés por preservar esa costumbre se ha perdido, pero guarda la esperanza de que algún día los jóvenes retomen las prácticas ancestrales.
“Dos veces al año varias personas —que compran a la familia Nufio Ortiz— aprovechan para vender este refresco en lugares turísticos, cementerios y parques. Además, muchos lo compran para llevar, pues es un refresco natural sin persevantes ni colorantes artificiales.
“Esa bebida también se puede preparar licuada o en raspado de hielo para dejarlo como granizada, o bien mezclarlo con leche, para preparar un batido” dijo Monzón.
Aceptación
Agregó que reciben visitas de varias regiones del país y de Estados Unidos, quienes compran la bebida para compartir con sus familias.
Helder Geovany Gramajo, vecino, afirmó que por amor a su tierra, en cada oportunidad que tiene da a conocer esa bebida, que para él es única y representativa de la región.