Recuerda que su primer contacto con un animal de estos fue el día que cumplió 15 años, cuando un su primo le regaló un ejemplar de la especie sabanera, “fue amor a primera vista”, refiere.
Añadió que por causas que desconoce el aminal murió a los pocos días, lo que despertó más su interés por aprender y conocer más acerca de las serpientes.
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Mientras se acomoda en una banca, resalta que con el pasar de los años se especializado más en su trabajo y actualmente cuenta con una colección privada de ejemplares exóticos debidamente registrada ante el Consejo Nacional de Áreas
Protegidas, con el fin de dar a conocer más acerca de estos reptiles.
Riesgos
Manifestó que todo trabajo tiene riesgos y en su caso también los hay, “el riesgo es latente”, expresó Carlos, quien dijo que las serpientes venenosas son un arma cargada sin seguro lista para disparar, por lo que pone en práctica reglas de seguridad.
“Es importante estar atento con la vista, oído y olfato, pues estos animales nos advierten de su presencia mediante sonidos, que quieren decir no te acerques más o aléjate de aquí. Otro sistema de advertencia son los colores, por los cuales nos advierten que son peligrosos”, explicó.
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Carlos dijo que para dar mantenimiento a los recintos lo primero es la seguridad personal, pues junto a su ayudante deben cumplir protocolos que también contemplan el buen trato a los ejemplares, cuyos espacios que ocupan están climatizados según su hábitat.
Resaltó que los recintos son herméticos para seguridad de los espectadores y para abrirlos para su mantenimiento, deben cumplir un protocolo; además, en algunos casos apartan a la serpiente en un recipiente climatizado también hermético y bajo normas de seguridad, luego la regresan a su espacio.
Contacto con serpientes
Carlos relata que también ingresa a algunos recintos, como los que resguardan las anacondas y los pitones; “me da emoción y pasión al saber que estaré frente a un ejemplar de cuatro o cinco metros, es una adrenalina que se libera”, manifestó.
Expuso que a todos los ejemplares les hace chequeo físico, visual, observa su comportamiento y está al tanto de la temperatura y otras condiciones ambientales en los recintos para que estas estén saludables.
“Las serpientes no atacan, se defienden, porque nos consideran peligrosos”, enfatizó Carlos, quien indicó que es el primero de su familia en trabajar con serpientes y está agradecido con el Zoológico la Aurora por esta oportunidad, pues también se encarga del cuidado de otros reptiles como iguana, cocodrilos, lagartos y tortugas.
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Manifestó que las serpientes son controladores biológicos en todo ecosistema, por lo que conservarlas ayuda a tener espacios libres de roedores y algunas clases de insectos, entre otros.
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