Chimaltenango

Vecinos sufren por bullicio 

El reloj marca las 7.30 horas y cientos de personas caminan por las calles de la cabecera de Chimaltenango, mientras en la ruta Interamericana el tráfico es intenso y algunos pilotos aceleran los motores de los vehículos y hacen sonar las bocinas, lo que  sumerge a la ciudad entre el bullicio. 

El tráfico de Chimaltenango causa desorden y bullicio. (Foto Prensa Libre: José Rosales)

El tráfico de Chimaltenango causa desorden y bullicio. (Foto Prensa Libre: José Rosales)

Esa situación causa ruidos que alcanzan más de cien decibeles (dB) y rebasan la capacidad auditiva que soporta el ser humano, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS),    el nivel de exposición al ruido    debe ser entre 50 y 60 dB durante el día.
La OMS recomienda que el nivel más alto permisible de exposición al ruido en el lugar de trabajo sea de 85 dB durante un máximo de ocho horas al día; y en lugares que están expuestos a niveles de más ruido —superior a los cien dB—  deben reducir   la exposición a un máximo de 15 minutos.
Ese organismo establece que un paso representa a 10 dB y el viento que choca con  los árboles alcanza hasta 20; mientras que  los niveles altos se ejemplifican con una motocicleta, cuyo escape  alcanza hasta cien, el despegue de un avión, 150, y una  explosión, hasta 180. De acuerdo con el  portal Salud Auditiva, los ruidos arriba de 150 dB pueden ocasionar el estallido del tímpano.

Ejemplos claros

Chimaltenango es un reflejo de ciudades afectadas por el   bullicio, lo mismo que   la Ciudad de  Quetzaltenango; Antigua Guatemala, Sacatepéquez; Panajachel, Sololá, y  Puerto San José, Escuintla,  donde  los vecinos están expuestos a sufrir daños irreversibles en el aparato auditivo, según  expertos.
El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) en el 2015 reportó que en los últimos cinco años, a escala nacional recibieron 755 quejas por ruidos en zonas urbanas, pero no hay ninguna persecución penal, pues no  se cuenta con  un marco regulatorio unificado sobre emisión de sonido. Tampoco  hay  estudios de impacto ambiental.

Daños irreversibles

En Chimaltenango la situación  tiene  efectos en las personas, como lo confirma   Javier Caná,   comerciante del mercado   local, que hace uso de un aparato auditivo, porque debido al ruido   quedó sordo.
“Ir al mercado me causa constantes  dolores de cabeza por el ruido.  Acudo a ese lugar por necesidad, pero luego paso semanas con  migraña. Deben regular los sonidos en esta ciudad”, dijo María Ventura, vecina del lugar.
Diversos sectores de Chimaltenango consideran que el bullicio que generan  los autobuses, comercios,  talleres  e iglesias obedece a la falta de un reglamento.
Otto Chacón, psicólogo del Área de Salud del departamento, señaló que el ruido puede ocasionar daños al aparato auditivo,  migraña  y estrés en algunas personas.
“Hay personas que no soportan el bullicio, porque el tímpano es muy sensible a sonidos altos”, dijo.
Agregó que otra  consecuencia     es el cambio drástico  en el comportamiento de algunas personas, más cuando tienen un temperamento colérico, pues con facilidad pierden  la paciencia.
Teófilo Hernández, síndico de Chimaltenango, afirmó  que el Juzgado de Asuntos Municipales ha recibido unas 15 denuncias por ruido  este año, y en el 2015, unas 40.

Desconsuelo en Xela

En Xelajú,  la exposición a niveles sonoros dañinos en lugares de ocio  como clubes nocturnos y bares tiene consecuencias  devastadoras para la salud física y mental; incluso en la conservación de la  arquitectura  del lugar, según fuentes consultadas.
Leonel Estrada, técnico del MARN en Quetzaltenango,  explicó que en lo que va del año han recibido 15 denuncias por exceso de ruido.
“Hemos hecho mediciones en Xelajú, principalmente en la terminal Minerva,  y el ruido a causa de  bocinas del transporte extraurbano oscila entre 75 y 90 dB”, informó Estrada.
“Tratamos de hacer controles  para contrarrestar el problema y los negocios que no colaboran son sancionados con multas de entre  Q5 mil a Q10 mil, pero el problema aumenta porque no hay una normativa municipal que extienda licencias  para emisión de sonidos”, agregó.
Para Otto Juárez, director  de la Oficina Municipal del Centro Histórico, los  ruidos  dañan los edificios de la ciudad. “Los sonidos altos producen microsismos que  provocan  daños en las estructuras”, afirmó.

La OMS sugiere que los gobiernos promulguen leyes para el control de ruido derivado de actividades recreativas, enfocadas a la concienciación con respecto de los riesgos de pérdida de audición, mediante campañas de información pública.
El MARN informó en el 2015 que ha registrado ruidos de hasta 150 dB por tráfico vehicular en la capital; además, establece que las discotecas generan entre 130 y 160 dB; las iglesias producen de 80 a cien, la bocina de un automóvil de 30 a cien y el de un transporte de carga de 115 a 130 dB.
El portal Salud Mental establece que los efectos del ruido son físicos —dolor de cabeza—; psicológicos —estrés, insomnio y depresión—; sociales —problemas de comunicación—; psicopatológicos —dilatación de pupilas y párpados acelerados—, y durante el embarazo —efectos negativos para el bebé después de cinco meses de gestación y puede nacer con tamaño inferior a lo normal— y pérdida de audición.
Unos 360 millones de personas padecen de pérdida de audición en el mundo. Unos mil cien millones de adolescentes corren el riesgo de sufrirla por el uso de audífonos.

“La contaminación auditiva genera un impacto negativo en  el Centro Histórico y ocasiona que muchos de los vecinos se muden a otros lugares, y  como consecuencia se pierde  la identidad de la ciudad y se deteriora la imagen urbana”, añadió.
Miriam Barrios, presidenta  del Colegio de Psicólogos de la región de occidente,  manifestó que la contaminación auditiva  es un problema serio   en Xela, debido   a la ansiedad y estrés que causa. “Las personas no duermen bien y por lo tanto no descansan, por la gran cantidad de sonidos a los que  están expuestos durante el día, lo que repercute en la  concentración durante la noche”, refirió.
Agregó que cuando las personas escuchan los  “bocinazos” su sistema nervioso se altera, lo que provoca dolores de cabeza y actitudes violentas; además, ocasiona una tendencia a replicar la acción.

Antigua sin tranquilidad

La irresponsabilidad de los propietarios de  algunos comercios ha robado la tranquilidad de vecinos de Antigua Guatemala, Sacatepéquez, debido al descontrol que impera, principalmente en bares y discotecas, que sobrepasan los decibeles establecidos en el Reglamento de Sonido de la ciudad colonial.
Eugenia Contreras, concejal tercera, argumentó que  poseen un reglamento obsoleto que fue sometido a una  modificación, pero que  se encuentra en la etapa de evaluación por parte del  departamento jurídico de la municipalidad.
Otto García, presidente de  la Cámara de Comercio Filial Sacatepéquez,   explicó que los problemas principales son  la irresponsabilidad de algunos propietarios de negocios que se exceden  con  el sonido,  y  la falta  de  autoridad para  ordenar  esos comercios.
Desde el 1 de octubre del 2009,  en el centro histórico de Antigua Guatemala pilotos  de todo tipo de vehículos tienen prohibido bocinar, pues la Municipalidad los multa con Q200.
La comuna estableció ese cobro amparada en el artículo 51 del Reglamento de Tránsito que señala: “Queda prohibido producir sonidos o ruidos estridentes, exagerados o innecesarios que sobrepasen, por más de tres segundos, los límites establecidos por norma en el Manual de Especificaciones Técnicas de Equipo y de Pesos y Dimensiones, por medio de los propios vehículos, escapes, bocinas u otros aditamentos, especialmente en áreas residenciales y hospitales, y de noche”.

Áreas sin control

Panajachel, Sololá; Mazatenango, Suchitepéquez;  la cabecera de Retalhuleu y Escuintla también atraviesan una serie de problemas a causa del bullicio.
Diego Armando Matzar, asistente jurídico del Juzgado de Asuntos Municipales   de Panajachel,   refirió que la comuna no cuenta con un reglamento para moderar los sonidos en los negocios; sin embargo, mantienen contacto con  propietarios de discotecas y bares para que moderen el volumen de sus aparatos.
En Mazatenango hay un reglamento municipal que regula el uso de licencias de sonido y establece las sanciones para quienes infrinjan esas disposiciones; no obstante, prevalece la falta de control por parte de la comuna.
En la cabecera de Retalhuleu, vecinos de  clubes nocturnos critican el  bullicio  en horas de la noche y madrugada, ya que en la calle denominada zona roja hay al menos 10 prostíbulos, donde todos los días se registran  desórdenes.
Abraham Rivera, alcalde de Escuintla,   dijo que  comenzaron  a trabajar en la regularización del uso de bocinas, con el fin de que se utilicen, pero con volumen moderado.
Pobladores  de varios departamentos coinciden en que es necesario hacer  conciencia a los comerciantes,  quienes por lo general colocan bocinas de gran tamaño en las entradas de sus negocios para promocionar sus productos. 
Por José Rosales, María José Longo, Renato Melgar, Édgar René Sáenz, Omar Méndez, Rolando Miranda y Melvin Sandoval