Este prestigioso galardón premia los avances más notables en los campos de la química, la física, la medicina, literatura, además de resaltar el mayor aporte a la paz alrededor del mundo.
BBC NEWS MUNDO
Las dos veces que el Premio Nobel se entregó póstumo (y una tercera en que no sabían que el galardonado estaba muerto)
Esta semana se están anunciando los ganadores de los premios Nobel de este año.
Es una tradición que completa 120 años (los primeros premios fueron entregados en 1901) y que ha galardonado a 930 personas.
Y que por supuesto, no ha estado ajeno a historias increíbles y curiosas.
Por ejemplo, ha sido rechazado de manera voluntaria por dos personas (Le Duc Tho y Jean Paul Sartre), pero otras cuatro, forzadas por regímenes de gobierno, debieron declinar el galardón. (Tal fue el caso de los alemanes Richard Kuhn, Adolf Butenandt y Gerhard Domagk y el ruso Boris Pasternak).
Y también tres veces fue entregado de manera póstuma.
Incluso una de esas ocasiones ocurrió después de que se había establecido, a partir de 1974, que ya no se entregaría un premio Nobel a una persona que hubiera fallecido antes del anuncio.
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Sin embargo, para ser honestos, cuando se anunció ese premio, el Comité del Nobel no sabía que el galardonado había fallecido.
Los dos premios Nobel póstumos
El premio Nobel es para la mayoría de los galardonados el punto culminante de su vida: por ejemplo, para el físico Peter Higgs, quien junto a otros colegas estableció el llamado mecanismo de Higgs para explicar el origen de la masa de las partículas elementales.
Esta teoría fue publicada en 1964, pero no fue sino hasta 2013, poco después de que se probara su teoría en el Colisionador de Hadrones ubicado en la frontera entre Suiza y Francia, que recibió el Nobel de Física.
Algunos, sin embargo, no han podido esperar tanto.
Es el caso de los suecos Dag Hammarskjöld y Erik Axel Karlfeldt, quienes recibieron el premio de manera póstuma.
Karlfeldt es considerado uno de los grandes poetas de principios del siglo XX en Suecia. Con el curso de los años sus poesías costumbristas y sobre aspectos rurales se habían vuelto muy populares en su país.
Ese prestigio lo llevó a convertirse, hacia la década de 1910, en secretario permanente de la Academia Sueca de Letras, que es la entidad que otorga el Nobel de Literatura.
De hecho, varios reportes indican que los miembros del comité lo habían elegido para recibir el prestigioso galardón en 1918, pero que él lo rechazó por su condición de secretario de la Academia Sueca.
Sin embargo, cuando murió en abril de 1931, sus colegas académicos decidieron que ese año el premio fuera para él, aunque hubiera fallecido pocos meses antes.
El caso de Hammarskjöld es un poco más dramático: en el momento de su muerte, en septiembre de 1961, era el Secretario General de Naciones Unidas.
El diplomático sueco había tomado las riendas de la ONU en 1953, apenas ocho años después de su creación, en medio de un clima de posguerra, reconstrucción y los primeros alientos de la Guerra Fría.
Pero su trabajo al frente de la entidad buscando la resolución de los conflictos de forma pacífica hizo que fuera reelegido al frente de la entidad en 1957.
En septiembre de 1961 viajó al Congo para supervisar el trabajo de los Cascos Azules en medio de la crisis que se vivía por la lucha (interna) por la independencia de Bélgica.
El 12 de aquel mes, la avioneta en la que viajaba él y parte del equipo de la ONU se estrelló cerca de la ciudad de Ndola, en Zambia (en ese entonces Rhodesia del Norte).
Su muerte generó una gran conmoción alrededor del mundo y por esa razón el Comité del Nobel de Paz, que tiene su sede en Oslo, Noruega, decidió otorgarle el galardón a Hammarskjöld.
Pero había un llamativo precedente: en 1948, el año que fue asesinado Mahatma Ghandi, no se le otorgó el mismo galardón de forma póstuma al líder indio según el Comité del Nobel porque “no había un heredero o entidad que pudiera recibir el premio económico”.
De hecho, ese año no se concedió el premio Nobel de paz.
Cerrar la polémica
Lo cierto es que, 13 años después de la muerte de Hammarskjöld, la Fundación Nobel corrigió sus estatutos y decidió que no se iba a entregar el premio de forma póstuma.
La regla señala lo siguiente: “no se considerará la obra de una persona que haya fallecido”
La única excepción permitida es que el galardonado falleciera entre el anuncio (que ocurre la primera semana de octubre) y la ceremonia, que ocurre tradicionalmente entre el 8 y el 10 de diciembre.
Sin embargo, no siempre fue así. En 2011, el premio Nobel de Medicina le fue otorgado al científico canadiense Ralph Steinman, por “su descubrimiento de la célula dendrítica y su papel en la inmunidad adaptativa”.
Además de Steinman, ese año recibieron el premio el estadounidense Bruce Beutler y el francés Jules Alphonse Hoffmann, también por trabajos en el campo de la inmunología.
Sin embargo, en el momento de contactar a Steinman para comunicarle que era uno de los ganadores del premio, los miembros del comité se dieron cuenta de que el canadiense había muerto tres días antes del anuncio.
¿Se le debía quitar el premio? La muerte de Steinman -debido a un cáncer pancreático- aunque había sido anunciada el mismo día en que le fue dado el galardón, se había producido antes de la decisión, lo que iba en contra de los estatutos.
Sin embargo, se decidió sostener la decisión.
Después de varias discusiones, ese mismo día el Comité del Premio emitió un comunicado en el que señalaba que “los eventos que han ocurrido son únicos y, hasta donde sabemos, no tienen precedentes en la historia del Premio Nobel”.
“De acuerdo con los estatutos de la Fundación Nobel, el trabajo producido por una persona desde que falleció no recibirá un premio. Sin embargo, los estatutos especifican que si una persona ha recibido un premio y ha fallecido antes de recibir, el premio puede entregarse”, señaló el comunicado.