La sensación no es la misma para cuatro de los 15 acogidos, pues fueron abandonados y tienen más de 90 años de edad.
Mientras algunos de los huéspedes ven televisión, otros descansan en sus camas porque sienten frío. Varios han perdido la audición y otros tienen problemas para movilizarse.
Historias
Entre los residentes más longevos del hogar se encuentra José Luis Chamalé, quien tiene 98 años y no recibe visitas desde hace seis. Solo escucha el sonido del televisor, pues perdió completamente la vista.
Chamalé, quien fue abandonado en el Hospital Roosevelt, recuerda que trabajó picando piedra en la zona 6 y vivió en la colonia Las Tapias, zona 18. Solo se queja de dolor de huesos, lo cual atribuye a una gripe.
Sentado junto a Chamalé permanece Eduviges, como conocen a este anciano de 100 años que, a pesar de su avanzada edad, no padece ninguna dolencia, pero no puede caminar como consecuencia de un accidente de tránsito. Recuerda haber trabajado como agricultor y que tuvo esposa, pero no hijos.
Como Eduviges y Chamalé, dos ancianos más en el hogar fueron abandonados desde antes de llegar allí. La Procuraduría General de la Nación agotó la búsqueda de algún familiar que velara por ellos.
Haber tenido una vida larga no es tan fácil para algunos. Félix Pérez, 92, trabajó como agricultor en Escuintla y procreó seis hijos, de los cuales solo dos lo visitan; los demás ya murieron, por causas naturales.
El párkinson y el altzheimer son de las enfermedades más comunes entre las personas de la tercera edad en Senilia.
“En algunas ocasiones no tenemos para algunas medicinas, pues no todos tienen cobertura del Seguro Social”, refirió una enfermera.
Una de las actividades que Senilia lleva a cabo para recaudar fondos es El kilómetro del pañal, que consiste en recolectar pañales para las personas de la tercera edad allí recluidas.
Problemas
Desde hace cuatro años, el hogar no cuenta con servicio de agua, debido a que se le ha cobrado una deuda de Q18 mil por cuotas que, según la administración, no pagaron inquilinos anteriores. Para cubrir las necesidades del asilo compran agua todas las semanas.
El servicio de energía eléctrica lo paga una persona particular. Otra dificultad que afronta el hogar es que la vivienda donde funciona supuestamente le fue donada por el propietario, pero este falleció y no dejó ningún documento legal como prueba de su decisión, por lo que familiares de este reclaman la propiedad y han pedido que sea desalojada.
Este problema, que lleva cuatro años, llegó a lo judicial. La sentencia más reciente no favoreció a ninguna de las partes, por lo que continúa el proceso para dilucidar el caso.