“Desde niño me di cuenta de las necesidades que tienen muchas personas. Hay pocas oportunidades y la vida me permitió estudiar; no todos pueden hacerlo. Logré graduarme de diversificado. Eso era un gran logro para los de la aldea en la que vivía”, recuerda Chinchilla.
El deseo de ayudar a los demás lo motivó a trabajar en varias oenegés, ya que siempre veló porque las personas pudieran tener fuentes de ingreso y acceso a servicios públicos.
Vocación de servicio
En 1985 se trasladó a la capital para laborar en el desaparecido Instituto Nacional Forestal (Inafor) ahora Instituto Nacional de Bosques, y pudo observar que en varias comunidades no había acceso a la salud y a educación.
Durante su trabajo en el Inafor, tuvo contacto con las organizaciones Cuerpo de Paz y Care, e inició la gestión para ayudar a niños con desnutrición y a los que abandonaban los estudios.
Un año después ingresó a Care, en la que desarrolló proyectos de salud, agricultura, agua y microcréditos.
“Disfrutaba de mi trabajo, a pesar de que hay tanta desigualdad y pobreza. Pude ayudar a un 10 por ciento de necesitados, que para mí ya era otro logro”, dijo.
En 1998, Care lo trasladó a Cobán, lugar afectado por el paso del huracán Mitch, y fue una prueba para demostrar su vocación de servicio: coordinó ayuda para los damnificados.
Tres años después tomó la dirección de Mercy Corps, una oenegé que operaba en Tucurú, Alta Verapaz, especializada en áreas de salud, educación, resolución de conflictos, seguridad alimentaria, desarrollo económico, gestión de riesgos y respuesta a desastres, incidencia política y desarrollo organizacional.
Durante nueve años, Chinchilla cumplió con los objetivos de la organización. En el 2010 viajó a Estados Unidos y con el apoyo del sector privado de Alta Verapaz creó la oenegé Adri, con sede en Cobán y en la zona del Polochic. A cada dos meses viene al país para supervisar.
Una de las satisfacciones que enumera Chinchilla es saber que busca el desarrollo y mejorar la vida de personas del área rural sin recibir beneficios propios.
“Es una satisfacción ver a un niño que no tenía esperanza en una escuela y ahora está becado en un instituto básico o diversificado. Colaboramos para que un campesino que antes solo tenía maíz y frijol ahora venda papayas, tomates o plátanos. Con pocos recursos pero bien enfocados se puede hacer mucho, llevar agua, letrinas o dar pequeños préstamos”, afirmó.
Afronta desafíos
Uno de los obstáculos que enfrenta Boris Chinchilla en la recaudación de fondos es la situación política que vive Guatemala.
“Es difícil conseguir dinero de otro país cuando en las noticias hablan de corrupción, malversación y desvío de fondos en Guatemala. Es un reto, vamos y esperamos que Adri siga creciendo, que haya personas que todavía tengan el deseo y las ganas de apoyar el trabajo que hacemos y podamos llevar más beneficio a la población”, comentó.
Gracias al buen trabajo que ha realizado Chinchilla al frente de Adri, recibe apoyo de otras organizaciones.
También recibe donaciones de fundaciones de California que actualmente apoyan un sistema de agua entubada en la zona del Polochic, otra que proporciona útiles y equipo médico, que han logrado colocar en el hospital de Cobán y en centros de Salud en el Polochic, San Cristóbal Verapaz y Santa Cruz Verapaz. Además lograron recibir 40 mil pares de zapatos para niños de escuelas rurales.
En los últimos tres años ha gestionado US$2.5 millones en ayuda.